28 de marzo de 2009

Un cuento para Mario

Érase una vez una muñeca de trapo que odiaba ser, por absurdo que parezca, de trapo. Se llamaba Ninota, entre otras cosas, porque nadie se entretuvo en ponerle nombre. A nadie le importaba Ninota; era de trapo.

Ninota siempre estaba triste; la cosieron con desgana, rápido y mal, y la boca le quedó torcida. Una mueca de tristeza, de dolor era lo que reflejaba su cara, irremediablemente.

Ninota no tenía dueño. A Ninota la olvidaron en el fondo de un baúl. Nadie había ya ni para despreciarla. Cuánto menos para invitarla a jugar.

Ninota se sentía sola. Se sentía vacía. Se sentía de trapo. Eso era, una muñeca de trapo.

Pero un día Ninota despertó después de haber dormido demasiado tiempo. Un día, Ninota reconoció en su gesto un atisbo de sonrisa, de medio lado.

Ese día, Ninota lloró. Lloró tanto que inundó ciudades, países, continentes, mares. Y sus propias lágrimas la ayudaron a escapar nadando. Tan lejos, que aún no ha llegado.

Tal día fue el principio de la historia de Ninota. Tal dia fue el final de este cuento para Mario.





2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Este fue un relato con el que participé en un concurso de relatos semanal que hacíamos entre amigos. El ganador escogía el título y esa semana tocó "un cuento para mario". Fue el único relato en que un compañero me daba como ganadora, me hizo mucha ilusión...

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