27 de febrero de 2013

Cirugía




El otro día estuve viendo un programa sobre cirugía estética. No recuerdo qué programa era, lo pillé por casualidad y me enganchó. Básicamente se trataba de gente enferma, adicta a la cirugía. Parecían de goma! En serio, sabéis los típicos que tienen todos la misma cara? Pómulos hinchados, labios de carmen de mairena, ojos achinados, cejas de zapatero... Una grima... También toda una retahila de mujeres, muchas trabajadoras del Bagdad (una sala porno de Barcelona), enseñando orgullosas sus pechos operados, enooormes. En general, te pintaban la cirugía estética como algo que sólo hacían frikis, enfermos y obsesionados con su imágen. También había un par, una boxeadora que se operaba las bolsas de los ojos y una chica jóven, totalmente plana, que se ponía pecho, que parecían normales... Pero, vamos, en general lo pintaban fatal. Y eso no me gustó.

La cirugía estética no es sólo para frikis enfermos, que también, sino que tiene muchas más utilidades. Ya no voy a entrar en la cirugía reparadora (cáncer, quemaduras, etc), porque en eso estamos todos de acuerdo, entiendo. Me voy a centrar en la gente que tiene un complejo. Gente que que ha soportado toda la vida que le llamen "orejas de soplillo", o "nariz de cuervo" o "planeta"... Yo qué sé, hay miles de ejemplos... Gente que arrastra un complejo desde la infancia, en algunos casos, que no es capaz de superarlo. Gente que querría superar ese complejo mediante su madurez o su fuerza de voluntad, porque son adultos, porque son conscientes de que ese defecto no les define, pero no pueden. Y lo pasan mal. Porque es una mierda. Porque cuando un complejo te supera, aunque a muchos os cueste entenderlo, mirarte al espejo te duele, literalmente. Ese complejo no te deja ser feliz. Y en muchos de esos casos hay solución: una simple operación puede devolverte la sonrisa. Y, si puedes, no lo dudas! Arriesgas tu vida? Sí. Porque valoras el beneficio/ riesgo y prefieres intentarlo que seguir sientiéndote un desgraciado por algo que tiene solución. Y no creo que sea lícito tachar a alguien que se opera para superar un complejo de superficial.

Yo he pasado por un quirófano. Y me alegro de haberlo hecho. Mucho.



21 de febrero de 2013

Un cachete a tiempo...



Tengo que escribirlo... Aunque no vaya a leerlo nadie, o casi nadie... Aunque no conozca a nadie, o a casi nadie, que esté de acuerdo conmigo en esto... Pero para eso es un blog, para escribir :)

Lo voy a decir así, a saco, sin paños calientes y luego ya os lo argumento:

PEGAR A UN NIÑO NO ESTÁ BIEN!!

Ni un cachete, ni una nalgada, ni una bofetada, coscorrón o como queráis llamarlo... Funciona? Seguro! Pero NO ESTÁ BIEN.

En una sociedad en la que todos tenermos tan claro que pegar a una mujer es lo peor que hay. Aún tengo que escuchar o leer, cada dos por tres, que a un niño hay que pegarle, sino no aprende. Pero, vamos a ver! Un niño! indefenso! que está ahí porque TÚ has querido! que se porta mal porque TÚ no has sabido educarle! Cómo te crees con derecho??

No me sirve el argumento de que pegarle funciona. NO ME SIRVE! Pegar a tu mujer también funciona. El primer día que llegues a casa y no tenga la cena preparada pártele la cara, verás mañana que cena más rica! Pegar a un empleado también funciona, o mejor! electrocutarlo! claro! una descarga cada vez que un empleado llega tarde... O, qué sé yo, pegar a una madre. La mía a veces se pone muy pesada, si le parto la cara dejará de hacerlo? Seguro! Pero sabéis qué? NO ESTÁ BIEN!!

En estos casos que he mencionado, todos podríamos argumentar por qué no está bien pegar a una esposa, o empleado o madre, no? Me diríais: no está bien porque estás en situación de abuso, no se pueden defender. O me diríais: las consecuencias que trae un maltrato para la salud mental son brutales y nadie se las merece. O también: estamos en una sociedad civilizada, no en la puta selva, hay leyes y estas lo prohiben! O entraríamos en el tema ético y moral, o en la religión... No sé, estoy segura de que tendríais miles de argumentos, no?

Entonces.... Por qué, en cuanto se trata de niños, se os olvidan todos esos argumentos?? No es un abuso pegar a un niño? no le va a traer consecuencias? seguro?

En este momento de la argumentación siempre está el que dice: "a mí me pegaron y estoy la mar de bien". Aquí yo te diría: eso de que estás la mar de bien, habría que verlo; para empezar estás defendiendo el maltrato infantil y, en mi opinión, eso es estar un pelín trastornado. Luego, está el que diría: "hombre! una cosa es maltrato y otra es un cachete a tiempo!" Aaaaah, es decir, en el caso del marido que pega a la mujer, si la pega flojito no es maltrato?? Dónde está el límite? Y ya el argumento final: "mira, yo lo siento, pero tu hijo será bueno y no te habrá hecho falta pegarle, pero hay niños que se lo merecen porque hay cosas que no hay que permitirlas" Y aquí es donde yo me enciendo. Un niño que se porta mal, es un niño mal educado, estamos de acuerdo. Pero no por eso se merece que le peguen, en todo caso esa hostia se la merecen sus padres, por incompetentes! Hay sistemas educativos alternativos al cachete. Son más difíciles, más lentos, más trabajosos... Da pereza? Mala suerte!! Eso es ser padre!!

Y soy madre de un niño de 7 años y estoy orgullosa de poder decir que JAMÁS le he puesto la mano encima.

12 de febrero de 2013

35




Me hago mayor. En breve, voy a cumplir 35 años. Dios mío. No estoy preparada ni para decirlo en voz alta. Y no me vengáis con lo de que lo importante es cumplirlos y tonterías de esas; no me consuelan!! Me jode, me cabrea, cumplir años, no puedo evitarlo. Me ha pasado siempre.

Hubo una época en que me consolaba con la idea de que, a pesar de cumplir años inevitablemente, los cumplía estando donde quería (o donde creía que quería) estar. A mis CASI 35, hago balance y ya no sé si estoy donde debo. O mejor, dicho, sí estoy donde debo, pero no sé si el camino que he seguido ha sido el adecuado o, por el contrario, he llegado hasta aquí dando tumbos. No sé jajaja vaya lío. El caso es que a los 19 me fui a estudiar a Barcelona, compartiendo piso. A los 23 me fui a vivir con mi ex y a los 25 me casé con él. Tres años más tarde, tuve a mi hijo, con 28. Y con 29 me separé.

Ahora, hace ya casi 4 años que estoy con mi pareja, mi churri, al que adoro. Mi hijo tiene ya 7 años y no recuerda haber vivido con su padre. Desde que tiene uso de razón, vive con su madre y "su amigo" como él le llama, al que venera. Y todo está bien. Soy feliz. En serio. Me gusta mi vida. Podría ponerle matices románticos, y tal, pero no hace falta (el blog de poesía es el otro), cuando digo feliz, quiero decir feliz! Pero una cosa no quita la otra... Me jode envejecer!! :(

Cuando se va acercando mi cumpleaños, me va entrando la neura y empiezo a fijarme en la edad de la gente: Esta, qué edad tendrá? Será mayor que yo? Yo estoy tan vieja como esa? Y os juro que a todas las que son más jóvenes, las mataría!! Sin tregua!! También a todas las que son mayores que yo, pero están más delgadas, a esas muerte también!! Y, por supuesto, a las que son más guapas, más altas, más listas, aaarrrgggg jajajaja Total, que me quedaría sola en el mundo. Y aún así, me jodería cumplir años!

Es que ya son 35... No estoy preparada para los 35. No los quiero! Joooo...

7 de febrero de 2013

Resulta que ahora ya no fumo!!

     Empecé a fumar a los 14 años. Y, como no tengo término medio, y soy compulsiva con casi todo lo que hago, desde el principio empecé fuerte, fumando como una carretera. Por qué empecé? Pues para ser más guay, por supuesto! Y, lo conseguí? Claro que lo conseguí! Pero a qué precio...

En todos estos años, sólo lo dejé durante mi embarazo. Me daba la sensación de que fumar en ese estado, equivalía a coger a mi bebé y tirarle el humo directamente a la cara, y mi conciencia no me lo permitía. Me moría de ganas, pero no fumé ni un sólo cigarro durante el embarazo. Ni uno solo. Hasta el mismo día en que parí. Ese día, con el camisón aún manchado de sangre (escatológico, lo sé), salí a las escaleras de emergencia del hospital y me fumé un cigarro que me supo a gloria. No le di el pecho a mi hijo, así que ese fue el primero de muchos. Hasta ahora.

Hace 10 meses que no fumo. Estoy bien. Contenta y orgullosa. Aunque enooorme, pero feliz por haberlo conseguido. Ya no pienso en el tabaco prácticamente nada. Soy una puta foca no fumadora encantada de la vida :) Pero hoy he releído un escrito mío de cuando sólo llevaba un mes sin fumar y no puedo creer que lo haya conseguido con lo desesperada que estaba! Aquí os lo dejo:




Resulta  que ahora ya no fumo!!

Y os parecerá una tontería, pero no lo es. Por ejemplo, me aconsejaron escribir para matar la ansiedad, pero… Escribir? Sin fumar? Estamos locos? Acabo de sentarme delante del ordenador para escribir lo mal que llevo esto de no fumar y antes de sentarme he puesto el cenicero a mano! Pero no: resulta que ahora ya no fumo.
Y es que yo vivía como cualquier fumador empedernido feliz. Es decir, sabiendo que el tabaco podía matarme en cualquier momento, apestando a cenicero sucio y tosiendo como un perro todas las mañanas, pero…Oye… Feliz!! Porque si me venía a la mente cualquiera de estas cosillas sin importancia, me fumaba un cigarro y se me pasaba el disgusto.
Ahora no. Ahora me despierto por la mañana y busco el tabaco… Pero no: resulta que ahora ya no fumo. Bajo, me hago un café y busco el cenicero, pero no: resulta que ahora ya no fumo. Me ducho, me visto y antes de despertar a mi hijo me digo: primero un cigarro, pero no: resulta que ahora ya no fumo. Despierto a mi hijo, me peleo con él para que se vista, para que desayune, para que se suba al coche, para que baje del coche, para que no se pelee en la fila del cole. Y le digo adios con una sonrisa y pienso: por fin! Un cigarrito? Pero no: resulta que ahora ya no fumo. Voy a ver a mi madre y está fumando. Anda mira, tabaco… Pero no: resulta que ahora ya no fumo. Viene mi marido a comer y está fumando. Anda mira, más tabaco… Pero no: resulta que ahora ya no fumo. Veo un rato la tele. Veo tabaco, comida, comida, tabaco, tabaco y comida y mas comida y tabaco otra vez… Pero… Resulta que ahora ya no fumo. Apago la tele, qué aburrimiento, qué hambre y qué ansia… Pero?? Pues eso, RESULTA QUE AHORA YA NO FUMO ( a estas alturas ya me lo digo gritando). Voy a buscar a mi hijo y ahí en la puerta del cole mis amigas. Fumando. Claro. Pero RESULTA-QUE-AHORA-YA-NO-FUMO (aquí ya añado pausas dramáticas entre palabra y palabra). Me peleo con mi hijo por la merienda y para que meriende. Sin fumar. Me peleo con mi hijo para que no se enfade con sus amigos. Sin fumar. Escucho a mis amigas, mejor dicho, las veo mover los labios sin tener ni puta idea de lo que dicen porque sólo veo humo , sólo pienso en humo, pero: resulta que ahora ya no fumo. Llego a casa, me peleo con mi hijo para que haga los deberes. Sin fumar. Me peleo con mi hijo para que se duche. Sin fumar. La perra, de los celos, se mea en el sofá por milésima vez. Echo la funda a lavar, limpio el sofá como puedo, me cago en la peste a pis del sofá… Eh! Pero sin fumar. Hago la cena del niño. Le doy la cena al niño. Me peleo con el niño para que cene. SIN FUMAR (ya estoy tocando fondo otra vez). Respiro hondo. Acuesto a mi niño. Espero a mi marido. Me muero de hambre. Sin fumar. Con ganas de llorar, sí, pèro sin fumar. Y llega mi marido y está fumando… Y hago la cena y después de cenar no fumo. Y vemos la tele y más tabaco y más comida y más tabaco… Y yo sin fumaaaar. Y… Un cigarro y a la cama?? Maldita frase. Y ya en la cama… Pues tampoco. Porque RESULTA QUE AHORA YA NO FUMO!!
Y me estoy engordando a un ritmo bárbaro!! Y no puedo dormir!! Y me duele la boca ya de los putos chicles! Y estoy triste e irascible!! Y todo porque resulta que ahora ya no fumo.
Desde luego, entiendo lo orgullosos que están de mí todos mis amigos fumadores… Y también los ánimos que me dan todos aquellos que no han fumado nunca. Sí, sí. Lo entiendo perfectamente… JA!
Lo único que me anima a seguir con esta tortura, y lo digo en serio, de corazón, son los ánimos de los que lo habéis conseguido. Me hacéis sentir que es posible. Sois mi esperanza. MUCHAS GRACIAS. Espero conseguirlo… Pero no prometo nada…

6 de febrero de 2013

¿Y la peca de tu pie?




Una vez, hace ya años, una compañera de piso y de cuarto me confesaba que, de pequeña, creía que todo el mundo tenía una peca en el pie, igual que ella. Yo quise demostrarle la misma confianza y confesé, que lo que yo creía que tenía todo el mundo, eran dos hoyuelos en la parte baja de la espalda. Las dos nos reímos recordando el momento en qué nos dimos cuenta de que no era así. Hace poco, pensaba en ello, no sé por qué y estas son las conclusiones a las que llegué:

Y es que somos todos tan iguales, tan normales y tan patéticos! Aquí la voz en of preguntaría: y patéticos por qué? Pues por no querer creer lo normales e iguales que somos.

A lo largo de la vida, pasamos por diferentes fases. Y como siempre, se trata de acabar en el mismo sitio en el que empezamos. Si todo va bien, de niños creemos que todos somos iguales y, ya de viejos, morimos convencidos de lo mismo. Pero sí, he dicho: si todo va bien. Siempre hay escepciones.

Primera fase: la niñez.
De pequeños estamos convencidos de que si tenemos... Por ejemplo... Una peca en el pie derecho; todo el mundo tiene una peca en el pie derecho. No nos cabe ninguna duda de que así es. Vemos otros pies, obviamente, no somos ciegos. Pero no nos fijamos, somos niños y damos por sentadas nuestras "verdades" sin necesidad de comprobarlas. Hasta que, sin dejar de ser niños, entramos en la fase del ¿por qué? Y ahí sí sentimos la necesidad de comprobarlo todo. Y vemos otro pie y no tiene peca y preguntamos:
_ ¿Y la peca de tu pie?
_¿Qué peca?
_ La de tu pie!
_ No tengo
_ ¿¿Por qué??

Y nos volvemos locos mirando todos y cada uno de los pies. Y nos tranquiliza cada pie con peca que encontramos. No estamos solos! Y así, llegamos a la

Segunda fase: la adolescencia.

Aquí estamos convencidos de que los normales somos los de la peca en el pie. Y sólo nos relacionamos entre nosotros. Además, nos vestimos todos igual, vestimos igual, pensamos igual. La peca en el pie nos define, nos une!! Y así, vamos tirando en esta época tan dura como es la adolescencia, sintiéndonos parte de algo. Hasta que, sin saber cómo, ni por qué, acabamos reaccionando. Quizás nos hemos sentido rechazados por otra peca en el pie y eso nos ha hecho  abrir los ojos. Quizás, sea el hecho de que nuestras responsabilidades aumentan y el hecho de tener o no una peca en el pie nos ayuda bien poco. El caso es que empezamos a sentirnos diferentes, especiales, únicos. Sentimos que "maduramos", ya no necesitamos al grupo y pasamos a la

tercera fase: la juventud.

Somos únicos. De hecho, nuestra peca es tan distinta a las demás! Somos raros, diferentes. Sí, sí, nosotros no somos como la gran mayoría. Qué asco, la mayoría. No saben lo que quieren. Nadie ha sentido lo mismo que nosotros. Y vamos madurando, creyendo que no vamos a caer en lo mismo que todo el mundo, que nuestra vida va a ser distinta. Así, hasta que, mirando atrás, vemos que nuestra vida es igual de normal y de patética que la del resto del mundo. Estamos adentrándonos en la

cuarta fase: la madurez

Todo el mundo tiene pecas. En la cara, en el culo, en el pie. Somos tan auténticos y especiales como el resto del mundo mundial. Ni más ni menos. Y lo mejor: nos hace felices serlo y saberlo.

Como he dicho antes, esto es así si todo va bien. También puede ser que te quedes estancado de por vida en cualquiera de las fases. Véase síndromes de Petter Pan o cuarentaañeros rockeros o cincuentonas hippies, etc, etc, etc.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...