21 de noviembre de 2009

Como un elefante





No había comido nada y sentía que, de no ser por ese detalle ahora mismo estaría vomitando. El nudo de su estómago crecía hasta el punto de impedirle respirar. No era capaz de definir cómo se sentía y no podía creerlo. Ni siquiera era capaz de llorar. Esta vez no. Por eso decidió escribir. Empezó mil veces y mil veces releyó tres frases inconexas, sin sentido, absurdas. Quería encogerse, llegar a ser tan pequeña, casi invisible, y esconderse en un rincón hasta que todo hubiera pasado. Se había sentido así más de una vez. Era cobarde, no cabía duda. Pero esta vez tampoco podía encoger. Al revés, era tan grande como un elefante metiendo la pata rompiendo algo a cada paso que daba; como siempre.
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