31 de julio de 2014

Es mi novio!




Os ha pasado alguna vez que hay lugares en los que os sentís como en casa? Yo me siento así en el restaurante en el que trabaja mi chico. Me encanta estar allí. Es un sitio con mucho encanto, bohemio y mi alma de escritora (que la tengo, no os riáis!) siente que está en su ambiente.

Además de ser un sitio precioso, cada dos por tres hay música en directo. Y si no, es mi chico el que acaba en el escenario. Sí chicas: canta, cocina... Es una alhaja! Total, que si no estoy en mi casa, estoy en el Faristol, que es como se llama el restaurante. Y fue ahí donde dije la frase que me va a acompañar, si no toda la vida, al menos durante un tiempo.

Una noche, estábamos tomando copas con unos amigos y, para variar, mi chico acabó en el escenario. A parte de nosotros, había un grupo de chicas al fondo. Todos sabemos el peligro que tenemos las mujeres saliendo solas de fiesta. Estaban como locas aplaudiendo y gritando mirando al escenario.

Me levanté para ir al baño, y al verlas a todas así, entusiasmadas, me invadió una oleada de orgullo (llevaba ya unas copas), y con la mano en el pecho, dije: es mi novio! Una de ellas me felicitó chocando los cinco conmigo, otra puso la mano en su pecho también y asintió con cara de "qué suerteee", hubo una que yo creo que hasta se emocionó, de verdad, fue un momento muy bonito, que queréis que os diga. Me fui al lavabo con una sonrisa enorme.

La sonrisa la perdí al volver del lavabo. Mis amigos se estaban partiendo de la risa. "Es mi novio! Es mi novio! Jajajja estás meando para marcar territorio, eh?" Y yo: "que nooo, que no es esooo, que era orgullooo". Y ellos: " sí, sí, lo que tú digas jajajaja".

De eso ya hace mucho y aún ahora, cada vez que sube mi chico a cantar, hay alguno que pone la mano en su pecho y dice: "es mi novio". A veces, contesto: "envidia pura, porque es mi novio y no el tuyo!", "oye, que yo lo conocí antes que tú y no lo quise como novio!" , "mira chico, habría que ver quién no quiso a quien". Un buen rollo...

A veces, ni siquiera dicen nada, solo con poner la mano en el pecho hay suficiente. Siempre está el que no sabe de qué hablamos y hay que explicárselo: "Verás, es que un día solté toda orgullosa que era mi novio y estos no me lo perdonan". "Ooh, qué bonito, cuánto lleváis? Tan poco? Claro, eso es al principio..." Ahí me dan ganas de contestar: "Te crees que no sé cómo son los principios? Tengo 36 años, esta no es mi primera relación, y precisamente por eso quiero disfrutar este principio más que nunca!" Pero en cambio, digo: " Ya... " Más que nada porque MI NOVIO está cantando y no quiero perdérmelo por dar explicaciones!!

El caso es que, insisto, fue orgullo. Me encanta verlo ahí en el escenario. Y no sólo a mí, que somos muchos los fans. Y sé que mis amigos me lo dicen con cariño. Y nada, que eso, que es un artista y es mi novio!!

La libélula



Ya he comentado que los bichos y yo no nos llevamos demasiado bien. Sobre todo las arañas y yo. Pero ellas no son las únicas que consiguen que yo haga el ridículo, qué va, hay un montón de bichos a los que no soporto. Principalmente, a los que se cuelan en mi casa sin permiso, como aquella libélula...

Era de noche, mi hijo ya dormía y yo estaba en el salón, con mi ordenador tan ricamente. De repente, un zumbido ensordecedor me sobresaltó. Eso no podía ser un bicho! A no ser que de verdad existieran los abejonejos, no podía ser que un solo bicho metiera ese ruido. Pero sí, era una libélula del tamaño de mi mano! Bueno, quizás no era tan grande, desde el rincón del salón en el que estaba hecha una bolita no alcanzaba a verla bien. Yo esperaba que si me quedaba ahí, quietecita, sin hacer ningún ruido, creería que no había nadie a quien comerse y se iría. Pero no.

Ahí estaba yo, en mi rincón, intentando no perder de vista a la puta libélula y rezando para que ella no me viera. Ese ruido me estaba taladrando el cerebro y estaba sudando. No podía pensar una estrategia en esas condiciones!! Y entonces, el ruido paró. Y el bicho también, claro. Estaba posada en la lámpara.

Pasó un buen rato hasta que empecé a medio relajarme. La libélula parecía no tener intención de moverse. Pero de vez en cuando me daba un susto la cabrona, porque tenia como espasmos en los que movía las alas y zumbaba pero sin moverse del sitio. Y a cada espasmo mi corazón se sobresaltaba. Llegué a temer por mi salud, no os digo más.

El caso, es que a esas alturas yo ya había entendido que o hacía algo o amanecíamos las dos en la misma posición. Me planteé dormir ahí, en mi rincón, pero la idea sólo me duró un segundo, cómo iba yo a dormir con ese bicho en la lámpara?! Imposible! Así que, después de pensarlo mucho, decidí que lo primero era salvar mi vida. Soy madre, no puedo dejarme morir así como así a manos de una libélula! Debía abandonar el salón como fuera!

Empecé a avanzar, bien pegadita a la pared, sin perder de vista al bicho. Cada vez que tenía uno de sus espasmos, paraba y disimulaba. No lo parecía, pero no estaba segura de si me miraba de reojo y no quería arriesgarme. Poco a poco, después de lo que me pareció una eternidad, llegué a la puerta, salí y cerré tras de mí!

Ahí tuve dudas. No tenía claro si debía volver a intentar matarla. Al fin y al cabo, tarde o temprano necesitaría entrar al salón de nuevo. Miré en la cocina, a ver si tenía insecticida y no, no tenía. Y entonces qué? Laca? Y de dónde iba yo a sacar la laca!! A ver, Telma, céntrate, un espray... Un espray... Un espray... Desodorante!! Matarla no la mataría, pero no le iba a hacer ni puta gracia!

Desodorante en mano, abrí la puerta del salón sólo una rendija, lo justo para comprobar que la libélula seguía en la lámpara. Ahí estaba. Tuve miedo. No sabía cuál sería su reacción al rociarle el desodorante. Quizás enloquecería de rabia y vendría hacia mí con intención de comerme o algo. De repente, otro espasmo! Coño! Cerré la puerta de golpe con el corazón a cien.

Finalmente decidí que ya vale. Que no podía ser más tonta, al borde del infarto con el desodorante en la mano. Que yo ya no podía más y que mañana sería otro día. Comprobé por enésima vez que había cerrado la puerta del salón, guardé el desodorante y me fui a la cama.

A la mañana siguiente, mi madre vino a buscar al niño para llevarlo al cole como todas las mañanas en que yo trabajaba. Entraba con sus propias llaves y llegó antes de que yo hubiera salido del baño. Nos vimos en la cocina,

_ Mami, no sabes lo que me pasó ayer!

_ Cualquier cosa...

_ Es que cómo eres!

_ Quéeee?

_ Entró una libélula enoooorme al salón y casi me muero!

_ Ya lo he visto, aún estaba ahí cuando he llegado.

_ Y SIGUE AHÍ??

_ Qué va! Tonta! La he matado!

En ese momento, vi a mi madre con luz detrás, como si fuera un ángel y sentí un profundo respeto por ella. Exigí ver el cadáver de la libélula, por supuesto. Y desde ese día, por mucho calor que hiciera, la ventana del salón permaneció cerrada. Por si venían las amigas de la puta libélula a buscarla...

30 de julio de 2014

La araña




A mí las arañas me dan un asco que me muero. Y miedo. Y repelús. Vamos, que es ver una y desear que una de las dos muera: o la araña o yo. Pero acabar con el sufrimiento lo antes posible! De hecho, me dan asquete casi todos los bichos, pero las arañas lo que más.

Claro, sin querer, le he transmitido a mi hijo esta fobia absurda. Y así estamos, que si nos encontramos con un bicho, no tenemos el valor de enfrentarnos a él ni mi hijo, ni yo. Y siempre me toca a mí! Tengo unas ganas de que crezca... Bueno, siempre me toca a mí... Pero a veces no puedo.

Mi hijo y yo siempre recordaremos el día de la araña en el jeep. Cómo olvidarlo?! Era ya tarde, estaba oscuro y estábamos aparcados delante de casa de mis padres, esperando que mi padre nos bajara no sé qué. El niño estaba hablando con su padre por el manos libres del jeep y, de repente, un grito agudo, como de película de terror, me sobresaltó. Os juro que no pensé que fuera mi hijo, parecía más una mujer a la que estuvieran matando. Pero al girarme vi que era él. Madre mía, estaba con la boca abierta, gritando con todas sus fuerzas, mirando hacia el cristal del coche. Y ahí, en el cristal, estaba ella: una pedazo de araña como no había visto yo en mi vida! Y a juzgar por la reacción del niño, él tampoco. Yo juraría que la araña me miró desafiante. Casi me muero.

Bajé del coche y lo rodeé rápidamente para abrir la puerta de mi hijo y liberarle. En ese momento, bajaba mi padre y nos encontró, fuera del coche, abrazados los dos, llorando y suplicando: mátala yayo, por dios te lo pido, mátala!! Me imagino el susto que se llevaría mi padre, con lo aprensivo que es. QUÉ MATE EL QUÉ? QUÉ HA PASADO? Y nosotros: LA ARAÑAAA. Y él, más tranquilo ya: la araña? Cómo? En serio, una araña?  En esos momentos, empezamos a sentirnos un poco ridículos el niño y yo. Tratamos de justificarnos como pudimos:

_ Era enorme, yayo, de verdad, la más grande que he visto en mi vida.

_ Venía hacia mí.

_ A mí me ha mirado!

_ Es una fobia, vale? Mátala por dios!

Pero mi padre jamás vio la araña. No hubo manera de encontrarla. Le hice revisar el coche de arriba a abajo, mi bolso, por si había caído dentro, hasta la guantera, por si se había escondido la cabrona, pero nada. Y mientras la buscábamos, yo mirando desde fuera y guardando una distancia de seguridad, oigo: David? Qué pasa? Decidme algo, por favor!  Mi ex desde el manos libres!! Pobre hombre... Había oído el grito y llevaba desde entonces con el teléfono pegado a la oreja intentando averiguar qué pasaba. Mi hijo, muerto de la risa. Y yo, desde fuera: no ha pasado nada!! Era una araña!! Tranquilooo!!

Ni que decir tiene que mi hijo y yo no estuvimos dispuestos a subir al coche hasta que no nos entregaran el cadáver de la araña. Así, que mi padre nos dejó su coche para volver a casa y él vino detrás con el jeep.

Nunca encontré a la araña, pero rocié el coche de insecticida de arriba a abajo. Y a mi padre, le regalamos una botella de Macallan, por ser nuestro héroe y atreverse a conducir con semejante bicho acechando.

29 de julio de 2014

Primos...

Mi sobrino ha venido a pasar unos días a casa de mis padres. Esto, quiera yo o no, me afecta lo mismo que si lo tuviera en casa. Es de la misma edad que mi hijo, así que mi hijo quiere estar en casa de mis padres también. Y yo? Pues, menos para dormir, me paso el día allí con ellos. Más que nada porque mi madre trabaja y mi padre se desespera él sólo con las dos fieras.

Así, que la que se pasa el día desesperada soy yo. Llevaba medio verano escuchando a mi hijo con su "me aburro" constante y pensando que no habría nada peor y me equivocaba! Esto es peor. Esto es para matarlos. Y si luego en un juicio contara por qué lo hice, ningún juez me condenaría. Al revés, santa, me harían!

Cómo dos mocosos de 8 años pueden llegar a soltar lo que sueltan estos? Y gritando, rojos y furiosos con la vena a punto de estallar y pegándose puñetazos hasta en la cabeza! Y eso, estando yo delante, pasmada y con la boca abierta sin poder reaccionar, pensando en si voy a necesitar agua bendita o qué. Imagina si están solos! Yo, por eso, cuando están en otra habitación, oiga lo que oiga, ni se me ocurre ir a ver qué hacen. Total, ellos a los diez minutos están jugando otra vez y yo, si me puedo ahorrar que según qué imagen me perfore el cerebro, mejor.

Es curioso este amor odio que se tienen. Que la verdad es que no sé de que me sorprendo, porque mi hermana y yo, amor poco, pero odio nos teníamos un rato... Nosotras también acabábamos a puñetazo limpio si era necesario. Y digo "si era necesario" porque a veces lo era. Oye, si no entendía frases tan sencillas como: "pírate de aquí!"  O "tú no me mandas", no me quedaba otra que abalanzarme sobre ella con toda mi furia a ver si entraba en razón. Luego ella, en lugar de entenderlo y comportarse, se liaba a puñetazos conmigo. Total, que no había manera.

Nosotras hemos vivido situaciones que a mi madre debieron parecerle muy graciosas. Seguro que aún las recuerda con cariño... Como el día en que, mi hermana, creyéndose la responsable de que yo me levantara de la cama ( no entendió por enésima vez el "tú no me mandas"), decidió tirarme un vaso de agua a la cara. Buf, sabes cuando estás seguro de que vas a morir y la vida te pasa por delante como en diapositivas? Pues eso a mí no me ha pasado nunca, pero en ese momento sabía que, si estaba en mi mano, la que iba a morir era mi hermana. Me levanté de un salto. Y yo no sé la cara que pondría, que me la imagino, entre la rabia, el pelo rizado de recién levantada y chorreando... Pero la otra, en cuanto me vio, salió corriendo a encerrarse en el baño conmigo detrás. Ella nunca ha sido muy ágil, pero ese día, se ve que el que reparte la suerte ahí arriba se apiadó de ella y llegó al lavabo antes que yo. Y menos mal, porque la llego a pillar... Imaginaos la escena, yo dándole patadas a la puerta del lavabo: YO TE MATOOO GORDAAA ( sólo la llamaba gorda cuando me enfadaba de verdad, porque lo estaba, y yo, aunque ahora os vaya a costar creerme, no era tan mala). Y ella desde dentro: MAMAAAAAAA.

Otro día, cenando en casa los cuatro, fui yo la que cogió la jarra de agua y se la tiré a la cara. No recuerdo lo que me dijo, pero se lo merecía seguro! El caso es que, no sé por qué, nunca lo sabía, pero mis padres no estuvieron de acuerdo con mi manera de intentar que mi hermana entrara en razón y se lió una...

Entre nosotras, había muchos celos. Y yo creo que entre mi hijo y mi sobrino también. A veces, mi hijo me sorprende con preguntas del tipo: a Darío le quieres más, no? Y claro, hay algo en mi interior que me dice "Telma, esto no lo puedes contestar en voz alta". Así, que me pongo seria, le miro fijamente e intento que me lea el pensamiento: pero cómo voy a querer más a este bicho que a ti?? Si a ti te he hecho yo!! Y no me creeréis, pero estoy segura de que me lo lee, porque siempre acabamos muertos de risa los dos.

28 de julio de 2014

Tableta

_ Mama, tú por qué no haces tableta?

_ Tableta?

_Sí.

_ Qué es eso?

_ Enseñar las tetas!!

_ Ah! Top less?

_ Bueno sí, eso! Por qué?

_ Porque no.

_ Pero por qué no?

_ Porque me da vergüenza.

_ Y tu amiga Montse, hace tableta?

_ No.

_ Y tu amiga Pili?

_ No.

_ Y tu amiga Antonia?

_ No.

_ Y tienes alguna amiga que haga tableta?

_ Qué pesadito que estás con las tabletas, no?

_ Mira esa, mama! Jijijiji

_ Ahá.

_ Y esa! Uala! Qué tetas más grandes! Jijijiji

_ Bueeeno.

_ Ahí hay otra que también hace tableta, mama!! Jijijiji

_ Ya vaaale.

_ Mama, y esa! Jijijiji

_ Ves, por eso no hago tableta!!

_ Por qué?

_ Porque siempre hay alguno babeando con las tabletas!!

_ Yo no babeo!!

_ Vaaaale.

_ Pero yo quiero que tú hagas tableta, mama.

_ Venga, vamos a ir tirando, que mira la hora que es!!

27 de julio de 2014

Operación jaula




Había que comprar una jaula para los periquitos. Una en la que cupieran los dos, ya que estaban en una minijaula, que daba pena verlos. No es que en una jaula grande no den pena, ni mucho menos, pero es todo lo que puedo hacer por ellos. Así que, allá fuimos mi hijo, mi sobrino y yo.

_ Dónde compraremos la jaula, mama?

_ Eso, tía Telma, dónde vamos?

_ Dónde mama? Dónde? Dónde? Dónde?

_ En los chiiiinos!! Pesaaao!! Todo me lo tienes que decir 17 veces?

_ Sólo te lo he dicho tres veces,  y por qué no me contestas a la primera? Eh mama? Eh? Eh?

_ Estaba pensaaaando ( sí, últimamente me paso el día hablando alargando así las palabras, como para ganar tiempo para no explotar, creo)

_ Pues a mí de los chinos no me gusta!

_ Y eso desde cuándo?

_ Desde ahora. De los chinos no la quiero.

_ No sabía yo que eras tan pijo.

_ Entonces, a dónde vamos, tía Telma?

_ En serio?

_ En serio qué?

_ A los chiiiiiinos, hoooombre ya!!

Así, que llegamos a la tienda de los chinos, una que es enorme, en la que hay de todo y que está al ladito de mi casa. Pregunto si tienen jaulas y me indican. Os juro que había por lo menos 30 jaulas distintas. Más grandes, más pequeñas, cuadradas, redondas, con tejado, sin él, de diferentes colores... Mola, no? Pues a mi hijo, no le gustó ninguna!! Os lo esperabais? Yo también. Soy su madre, le quiero, claro, pero yo ya sabía que no le iba a gustar ninguna antes de entrar.

_ Y esta?

_ Muy grande, mama.

_ Y esta?

_ Muy redonda.

_ Y esta?

_ Muy fea.

_ Y esta?

_ No

_ Bueno, vámonos.

_ Te has enfadado, mama?

_ No.

_ Seguro, mama?

_ Seguuuuuro.

_ Pues yo te veo enfadada, tía Telma.

Yo no quería mandarlos a la mierda y salir corriendo, dejándolos en la tienda de los chinos para siempre. De verdad que no. En ningún momento se me pasó por la cabeza. Me conformaba con encontrar la jaula lo antes posible y volver a casa, a sentarme delante del ventilador. Así, que me armé de paciencia.

_ No estoy enfadada. Vamos a mirar en otro sitio, pero primero, vamos a merendar.

Creía que con el estómago lleno, los tres veríamos la vida de otra manera. Qué va!
Durante la merienda, no dejaron de sorprenderme con sus preguntas.

_ Cuánto dinero tienes para comprar la jaula? Y las vueltas para quién son?

_ Tía, por qué vivís en casas distintas el padre de David y tú? Tenéis dos casas y a cada uno le gusta una?

_ Mama, si la tía Lorena se casara con el tío Miguel, mi primo sería mi hermano?

_ Tía, si se murieran todos los hombres del mundo y sólo quedara uno?

_ Esa me la sé! Me lo quedaría para mí!

_ Para qué?

_ Vamos a por la jaula, que me tenéis frita...

Después de aproximadamente siete tiendas de chinos más, aún no teníamos jaula. Los niños se habían peleado 37 veces. Pasaban de la risa al llanto de un momento al otro sin parar, y yo ya estaba sacando paciencia de dónde no la tenía. Así que me los llevé a la primera tienda, la de al lado de casa y me armé de valor para decir:

_ Nos quedamos con esta y se acabó.

_ Vale, mama.

_ Vale, tía.

Con lo fácil que era...

_ Y ahora dónde vamos?

_ A casa.

_ Noo!

_ A caaaaasa, hoooombre ya!!

26 de julio de 2014

He leído tu blog!

Tengo un blog. Yo creo que a mi alrededor, todo el mundo lo sabe. Lo sabe mi novio, lo saben mis padres, lo saben mis amigos. Tambien lo saben los apenas 40 amigos/conocidos que tengo en facebook. Pero siempre he creído que no me leía nadie!!

Bueno, sí me lee gente, pero ninguno de los arriba mencionados. Sólo desconocidos. Desconocidos que ya no lo son tanto, porque a algunos ya llevo tiempo viéndoles por aquí, y yo también les leo, y poco a poco te va pareciendo que les conoces, sólo un poquito, pero lo suficiente para cogerles cariño. Están Ester, Inma y Silvia entre otros, no muchos, pero no me quejo.

Pero el caso es que mi gente pasa de mi blog. Olímpicamente. O eso pensaba yo hasta ayer. Ayer, fue un gran día para mi ego de escritora frustrada. Ayer marcó un hito en la historia de este modesto blog. Ayer, cuando llegué a la plaza en la que habíamos quedado unos cuantos, me recibieron con un sonoro: he visto tu blog!! Y me ha encantado!!

Buah! No supe ni qué cara poner! Ahí estaba Elena, comentándome las entradas que había leído. Y dándome detalles, que se las leyó de verdad, os lo juro! Y yo, con una sonrisa de tonta, sin saber qué decir. Fue un momentazo! Y atención, que resulta que salieron un par más que también me leían!

O sea, que hay gente de mi entorno que me lee. Buff, eso es una responsabilidad enorme... Menos mal que cuento las cosas tal y como son. Sí, sí, que no me invento nada, todo es verdad verdadera, incluído Alfonso. Pero digo yo, y esto va para todos, pero sobre todo para Elena: por qué no me comentáis??!! Con la ilu que me hace! Qué os cuesta? Joo... Aunque sea para decirme que no os ha gustado. Haced el favor...

En fin, le prometí una entrada a Elena, sentí que de verdad le había gustado mi blog y me encantó. Gracias Elena.

Eso sí, el próximo que me diga que ha pasado por aquí sin decir ni hola, cobra!!

23 de julio de 2014

Alfonso

Mi hijo se ha echado un amiguito en la playa. Se llama Alfonso. Es un poco impertinente. Y demasiado curioso. Y un pesado! Y os prometo que nada de eso importaría en condiciones normales. Es decir, si Alfonso fuera un niño. Pero es que el Alfonso de los co... Es un hombre de unos 70 años!! Y me tiene frita...

_ Tienes un hijo increíble, Telma, no lo dejes perder!

_ Ahá... ( No caerá esa breva, que se me pierda el niño en la playa...).

_ Tienes pareja, Telma?

_ Sí. ( Alfonso... No te pases ni un pelo, eh?).

_ Cuando encuentres a un hombre, que sea un hombre de verdad, no un cantamañanas! Me entiendes por donde voy?

_ Ahá. ( Yo no le acabo de decir a este hombre que ya tengo pareja?).

_ Dónde vives, Telma, en qué calle?

_ Jajaja. ( Me estoy riendo por no mandarte a la mierda, Alfonso, que está mi hijo delante...).

_ Oye, que yo tengo vivido mucho mundo y sé hasta dónde puedo llegar!

_ Jajaja. ( Entonces por qué me preguntas dónde vivo, Alfonso?!).

_ Yo he tenido mucha suerte en la vida.

_ Yo también. ( Mira cómo cambia de tema el tío, va a ser verdad que tiene tablas).

_ Tú también?

_ Sí, yo también. ( Lo duda, no te jode?).

_ Yo tengo una casa aquí, otra allá y nunca me ha faltado de nada!

_ ... ( No voy ni a reírme, tío, no vayas a creer que me interesa).

_ Vosotros queréis venir un día a mi casa? Yo tengo huerto y gallinas y os daré tomates y huevos.

_ Nosotros también tenemos huerto y el novio de mi madre tiene gallinas!! ( olé, olé y olé! Mi niño qué salao!).

_ Tu novio?

_ Sí. ( Te lo estoy diciendo, Alfonso...).

_ Bueno, y queréis ir a tomar una caña ahora?

_ Tenemos prisa, Alfonso, otro día! ( tú no pierdas la fe, macho...).

***

_ Mama, yo creo que Alfonso quiere ligar contigo...

_ Yo lo que creo es que a esta playa no venimos más.

Periquitos




Estando mi hijo en casa de su padre, me llama a las doce de la noche emocionado:

_ Mama! Sabes? Tengo una mascota nueva!

_ Ah sí? Qué mascota? ( veis que he pasado por alto la hora que es y que debería estar durmiendo o al menos no llamando por teléfono a nadie)

_ Un periquito!

_ Aha

_ Es más guay! Ya verás! Lo puedes tener fuera de la jaula! Y cogerlo! Y no se escapa ni nada!

_ Vale, vale... Para! En casa no entra ese bicho, eh?

_ QUÉ? POR QUÉ?

_ Pues porque te lo ha comprado tu padre sin consultarlo conmigo, si no ya le hubiera dicho antes que no, porque los pájaros enjaulados me dan mucha pena y porque no, porque yo lo digo y no llores que aún me voy a enfadar!

_ Vale...

Nueva llamada a las 00:30 ( yo flipo).

_ Mama! Los yayos dicen que el periquito se puede quedar en su casa! Y además, el papa me ha prometido que me comprará una periquita y así tendré una pareja!! (lo mato?)

Total, ahora mis padres tienen una pareja de periquitos insoportables! Que si se te ocurre abrirles la jaula, salen despavoridos y luego, cuesta una vida meterlos en la jaula de nuevo! Y yo soy la mala, porque los tienen ellos porque yo no los quiero...

Así que me están entrando unas ganas de comprarle una mascota al padre... Así, directamente, llegar a su casa con una cajita con... Por ejemplo... Un cachorro de gran danés!! Y, por supuesto, al día siguiente, otro!! Que uno solo igual se aburre...


15 de julio de 2014

La playa




No me gusta ir a la playa. Por varios motivos. El primero, la vergüenza. Y sí, quiero decir vergüenza, no pudor. Me refiero a que me avergüenza enseñar ESTE cuerpo, por ser como es. Pero dudo que sintiera pudor alguno en enseñarlo si tuviera un cuerpo de escándalo. Bueno, en realidad, nunca lo sabremos. El caso,  es que ahora no me hace ni puta gracia eso de ponerme un bikini.

Otro motivo, la arena. En serio, no sé cómo lo hago, pero acabo con arena hasta en... Las orejas! Entre la crema que no tengo más remedio que ponerme, la arena, el sudor... Acabo pareciendo una croqueta enorme!

Más motivos; el sol. Me pongo factor 50, en todo el cuerpo, sobre todo en la cara y, para qué? Pues para acabar con la espalda quemada, la marca blanca del michelín en la tripa y la cara llena de manchas! Vamos, un cuadro...

Sigo; lo fría que está el agua. Demasiado para mí. Yo no me puedo meter ahí por mucho calor que tenga, es imposible!
Más; lo que quema la arena. Pero esto por qué lo hacen? Qué especie de tortura es esta de tener la arena ardiendo? Qué pretenden?

Otro; los niños. El primero el mío." Mama tinc gana. Mama tinc set. Mama juguem? Mama banya't! Mama, mira!" Y todo eso sin dejar de levantar arena! Y luego te preguntas por qué pareces una croqueta si no te has movido de la toalla!?

Sigo eh? Los matrimonios mayores que se plantan ahí a primera hora y no se van hasta las mil. Y no se callan. Y les encanta hacer amigos. Y la radio a tope. Y... Y... Y yo los mato!

Así que, ahora entenderéis por qué voy cada mañana a la playa con mi hijo. A ver! No nos vamos a quedar todo el día en casa... :)

12 de julio de 2014

Ley seca...




Esto de beber alcohol debería estar prohibido. Empiezo fuerte, eh? Pero alguien tenía que decirlo y abrirle los ojos al mundo y, parece ser, me ha tocado a mí. Y qué le pasa a esta ahora? Os preguntaréis, a qué viene de repente proclamando la ley seca? Estará enferma? Ha comido algo en mal estado? No! Lo que tengo es una resaca de cojones!

Pero cómo podía tener yo tanta sed anoche? Y lo que es más raro, si tanto bebí, cómo me he levantado con la boca tan seca? Son dudas que llevan todo el día asaltándome, acompañando a un intenso dolor de cabeza, desde que me he despertado esta mañana, después de haber dormido apenas tres horas. Dudas como: hay algo más asqueroso que el güisqui? Si tan asqueroso es, seré yo gilipollas? La pena es que para eso sí tengo respuesta...

Eso sí, cómo me reí! Hasta las seis de la mañana riendo, estuve! Y qué bien que me caía todo el mundo, nos queríamos todos tanto! Y estábamos todos tan guapos! Yo creo que hasta bailé... No recuerdo... Pero fijo que si bailé, lo hice genial! Es curioso, el güisqui es como el Gran Hermano, todo lo magnifica. Estoy pensando que quizás es por eso que no lo prohíben. Sí, debe ser eso. Eso y que sería muy raro salir por la noche y pedirte un zumo. Oye, que yo sé que hay gente que lo hace, yo, sin ir más lejos, un día lo hice. Pensé, qué coño! Voy a ser transgresora y voy a hacer algo que nunca he hecho: _ camarero! Un zumo! Hubo quien me miró raro, las cosas como son, pero no me achanté. Y me lo bebí todo antes de pedirme el cubata, os lo juro!

En fin, que llevo un día... Esta mañana me he jurado mil veces que ya no bebía más. Ahora ya estoy mejor, todo el día en el sofá me ha sentado francamente bien, ahora ya, lo de no beber más, si eso lo retiro, quizás en alguna ocasión especial... Pero esta noche no, eh? Voy a portarme bien. Lo prometo.

10 de julio de 2014

Un día de verano

Abres un ojo. Ya es de día, ¿qué hora será? Seguro que es muy temprano. Últimamente, no sabes por qué, pero te despiertas demasiado pronto sin que sea necesario, ¿será que te estás haciendo mayor? A tu lado, él. Que, de repente, al moverte tú, se incorpora sobresaltado y pregunta: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde estamos? Y tú te partes. Te encanta ese ratito en el que parece que está despierto, pero no. Y te habla de los sueños en los que aún está inmerso, aunque ya tenga los ojos abiertos. Amor... ¿Estás despierto? Quizás si le besas aquí... Y acaricias allá... Ya está despierto, sí. ¡Pero que muy despierto! Le amas. Y os encanta empezar bien el día, claro, aunque esta vez en silencio, aunque cueste más, aunque os entre la risa. Pero, ¡en silencio!

Cuando volvéis a abrir los ojos ya son las diez. Y te sorprende que el niño no diga ni mu. Pero claro, pensándolo bien, no es tan raro. Ayer eran las mil y aún daba guerra desde su cama. Mamaaaa,  ¿quién ha ganado? ¿Argentina? ¡Mamaaaaa!. Y tú: ¡¡a dormiiiiir!! Este verano va a acabar por volverte loca. Son las diez y te quedarías remoloneando una hora más al menos, pero por un lado, él, que tiene que ir al huerto, y las gallinas tienen que comer, que pobrecitas, que mira qué tarde es, y, por otro lado, el niño, que debería levantarse ya si quieres romper con el sueño este cambiado que arrastra. Así que, ¡arriba! Y haces café, y cariño, ¡levanta! Vida, ¡arriba! Amor, ¡que ya está bien! Y ¿ya vamos a empezar el día cabreados? ¡¡Veeeenga!!

Después de desayunar, el uno que se va al huerto, y el otro que se sienta delante de la tele. Ahora arráncale de ahí para hacer deberes. Pero ¿por qué se empeñarán en la tortura esta de poner deberes para el verano? ¿Qué les has hecho tú? ¿Tan mala madre has sido? ¿No te has peleado con tu hijo suficiente cada puta tarde durante toooodo el curso? ¿El verano también? ¿En serio? Pues sí, en serio. Un libro de vacaciones enterito. Y una libreta que hay que llenar de dictados, resúmenes... ¡Venga ya!
Así que, aunque te cuesta la vida, lo consigues y el niño se pone a hacer deberes, porque ya está bien, porque no puede ser que tengamos que discutir cada día por lo mismo, cariño, porque la mama de pequeña ya hizo todos los deberes que tenía que hacer y porque si no, le hago una nota a la Gemma y le digo que no te da la gana hacer los deberes a ver qué opina... Mama ¡¡noooo!! ¡¡Que me castigará!! Pues, ¡hala! A hacer deberes,¡¡ya!! Vaaleee...





Tú, mientras, pones una lavadora, haces las camas, quitas el polvo, barres, friegas, limpias el baño, la cocina, tiendes la lavadora... ¿Ya estás cariño? Nooo... Pero si sólo eran cuatro páginas... ¡¡Pues no estoy!! Estás flipando, pero te vas a la ducha, no quieres mirar el libro, ver que no ha hecho ni el huevo en dos horas y volverte a cabrear. Que por muy buena que sea la crema antiarrugas del Lidl, no crees que vaya a poder con un ceño fruncido constantemente. Sales de la ducha y te da miedo preguntar... ¿Ya estás? Ahora sí, mama. Pues venga, a la ducha, ¡que nos vamos al súper! ¡Noooo! Al súper, ¡nooo! Al final, nadie te libra de otro cabreo, ¡qué vida esta!



En el súper, tampoco es fácil. Mama quiero esto. Mama, ¿me compras esto? Mama, ¿y esto? Mama, pero ¿por qué no? ¿Y esto? Jo, ¡pues cómprame algo! ¡Lo que sea! ¿Esto? ¿Esto? ¿Esto? ¿Y esto? ¡VALE! ¡Cógelo! No, en realidad no lo quiero... Era para ver qué decías. ¿Lo matas? Mejor no. Compras lo que puedes, te olvidas de la mitad, claro, y os vais para casa ya, porque si no lo estampas. Eso sí, de camino, en el coche, sermón. ¿Pero tú te crees que con ocho años que tienes aún estamos así, que no puedo ir contigo a ningún sitio? Sí, mama. Vale, mama. Tienes razón, mama. Hasta que llegáis a casa. Él, deseando sentarse delante de la tele, tú, deseando que él se siente delante de la tele.

Has decidido que comeréis arroz. Pero, ¿por qué tienes tanta hambre? Ayer cenaste pizza. Eres una gorda. Que no, mama, no estás gorda. Si tienes dudas, por una foto tuya en el ascensor y que la gente opine. ¡Sí hombre! Ya verás como sale que no, mama. Este niño tiene unas ideas... En, fin, que arroz. Odias cocinar, pero os encanta el arroz, y con el caldo especial para paella, nada puede salir mal. Haces un arroz como querrías que lo hiciera tu madre, con pechuga de pollo, sin huesos, que todo lo que haya se coma, sin tener que ir apartando cosas. Y te queda de puta madre, aunque esté mal que tú lo digas. Pero tú hijo también lo dice: ¡qué rico, mama! ¿Hay más? Y ahora sí que estás gorda, pero de orgullo, con lo que a él le cuesta repetir y repite de tu paella con caldo Aneto. ¡Sí!

Después de comer, Verano Azul. Siempre que ponen esa serie la ves. Y en algunos episodios, hasta lloras. Como en el de ayer, en el que le venía la regla a Bea. Madre mía, el momento en el que van todos cogidos de la mano por la playa, "¡Que ni el viento la toque!", ¡la piel de gallina! ¡Te encanta esa serie! Pero esta vez más que nunca, porque esta vez la ves con tu hijo y, a través de sus ojos, aún te gusta más. Hoy, los padres de Desi se divorcian. Nada más y nada menos. Y no veas el drama, claro. Lo gracioso ha sido ver la cara de tu hijo sin entender dónde estaba el problema. Pero mama, anda que no hay padres que se separan, como el papa y tú, los de la Antonia, los del Dídac, el Manel, La Nerea, El Oriol... ¡No es para tanto! Bueno, ahora no es para tanto, pero en esa época no era tan común. ¿Por qué? Pues... Porque estaba mal visto separarse. Ah. Ya no ha dicho nada más, pero tú hubieras pagado por saber lo que le pasaba por esa cabecita, como tantas veces.




Acaba Verano Azul y hay que salir pitando. Dejas al niño en casa de los abuelos y te vas a trabajar. Estas tardes son tranquilas. Trabajas en una mutua de accidentes de trabajo y en verano se ve que la gente no está para accidentarse. Así, pasas una tarde de lo más relajada, encargándote de cuatro papeles y un par de llamadas. Y falta media hora para salir cuando te llama tu hijo: Mamiii... Es que aquí, al lado de casa de los yayos hay fiesta hoy... Y el yayo dice que si me puedo quedar a dormir, que iremos a cenar fuera y que habrá música, por favor, por favor, por favor, por favor... ¿Qué le dices? ¿Que no? ¿Que estás harta de que los abuelos le consientan? ¿De que se acueste a las mil? ¿De que coma mal? ¿De que se acostumbre a que todo el mundo haga lo que él quiere? Vale, vida, quédate. Pero pórtate bien, por favor y ¡no des guerra! Esto último ya ni lo oye, porque está entusiasmado: ¡yayooo ha dicho que síiii! En fin...

Pero tú no te preocupes que no cenarás solita. ¿Ah no? No, amor. ¿Me harás tú la cena? ¡Claro! Entonces igual te beso por aquí... O te acaricio por allá... ¿En silencio? Esta vez, no.



8 de julio de 2014

Te he enviado a spam

Te he enviado a spam, eso me han dicho. Consternada, estoy. Resulta que le he dicho a una beata, repelente e indignada que estoy a favor del aborto. Del asesinato de fetos, nada más y nada menos! Y claro, yo creo que leyéndolo casi le da un ataque. Así que ha decidido que ya no tengo derecho a opinar en su blog.

Me he llevado un disgusto, en serio. Me encanta ese blog. Habla de temas que me vuelven loca: la iglesia, el aborto, su amada patria, España, lo malcriados que están los jóvenes hoy en día y el libertinaje que prima hoy en la mayoría de las casas. Lo vagos que son todos los que están en la cola del paro, con un iphone, por supuesto... Temas así, que los lees y no sabes si comentar o si denunciarla directamente por gilipollas. El otro día, recomendaba intentar que la primera pareja funcione, porque claro, tener una segunda pareja una vez ya tienes hijos, es un problema. Según ella, las segundas núpcias con hijos de anteriores parejas están condenadas al fracaso. No te jode! Y por qué no recomiendas no tener hijos? Y así estás más tranquila si te sale mal? Ah no, que la planificación familiar es pecado!

Se trata de un blog que me da vergüenza ajena. Pero me llama la atención leerlo, me da hasta morbo ver hasta dónde es capaz de llegar la beata de los cojones. Y os juro que siempre me digo: no le comentes, si sabes que no te lo va a publicar. Pero siempre acabo explotando y diciéndole algo. Además, no me corto eh? el comentario que ha conseguido que "me envíe a spam" ha sido: Estoy a favor del asesinato de fetos! O algo así jajajaja

Esto es sólo un desahogo, no un ataque. Tranquilos, ella no pasa por aquí jamás.

7 de julio de 2014

Bingo!

Ayer, fui al bingo por primera vez en mi vida. Flipé.

Para empezar, tuve que luchar conmigo misma y con la idea preconcebida de que ir al bingo es literalemente: tirar el dinero. En serio, me sentí fatal en varios momentos, en qué sentía que estaba gastando sin sentido y la culpabilidad me invadía. Y luego, el miedo. Sí, sí. El miedo a encontrarle el gustillo. Porque yo me conozco, y soy muy crápula. Y sabía que lo mejor que podía pasarme era no cantar ni una sola línea e irme a casa decepcionada y sin ganas de volver jamás. Pero no.

Una de las cosas que llamó mi atención, es que la idea que tenía yo de estos sitios, era de que la gente iba a pasarlo bien. Que estaría lleno de grupos o parejas y de caras sonrientes. Nada más lejos de la realidad. La gente lo que está es... Concentrada. Sí, esa sería la palabra. La gente está seria y concentrada. Y sí que hay algún grupo, pero no hablan casi, claro, sólo miran los cartones. Y gente sola. Sobre todo gente mayor. No veas la decepción al entrar y ver el panorama.

También me sorprendió la de rituales extraños que vi. Por ejemplo, golpear el cartón contra la mesa varias veces seguidas o cambiarse de sitio varias veces entre cartón y cartón. A nuestro lado, había una mujer mayor, sola, que no cantó ni una mísera línea en toda la tarde. En cuanto se fue, que imagino que fue en cuanto se quedó sin pasta, hubo un señor que se avalanzó rápidamente para sentarse en el lugar en que ella estaba. Y al ver que yo le miraba, me dice: es que llevo una mala racha... Todo compungido. Me sentí fatal por haber conseguido que se sintiera obligado a darme explicaciones, que, por otro lado, me encantaron; pretendía acabar con la mala racha sentándose en la silla donde había estado esa señora? Por qué? Pero si a ella le había ido fatal? Sería precisamente por eso? El caso es que no le funcionó.

Otra cosa con la que flipé: Los viejos verdes siguen siendo viejos verdes hasta en el bingo. Y si tienen que pasar de los cartones para mirar babeando, pasan. Quizás pueden hacer las dos cosas a la vez, comprovar los cartones y babear, pero vaya, no acabo de creérmelo.

Y lo barato que está todo en el bingo? Yo pensaba que tomar algo ahí o cenar sería carísimo. Y, qué va! Al contrario. Claro, el tema es que no dejes de jugar sólo porque te entra hambre.

Nosotros cantamos dos líneas y un bingo. Toma! Que cuánto ganamos? Pues nada. Por qué? Porque queríamos más. Pero fue una tarde interesante, me reí un montón. Aunque no creo que vuelva en mucho tiempo... O sí? :)

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