No tengo ni idea de cuál es la fórmula mágica para educar a un niño. En absoluto. Pero hay cosas que tengo claras.
No hay que tener miedo a expresar amor. Es importante que tus hijos no duden de que les adoras.
Todo, y digo TODO lo que les quieras decir se lo puedes y se lo debes decir con respeto.
Es muy importante predicar con el ejemplo. Si no todo se convierte en absurdo.
Hay que poner límites, consensuados, y siempre por su bien, no por tu comodidad.
Y hay que quererles como son. Respetando que no sean como tú querrías.
Con estas premisas hago lo que puedo y cruzo los dedos.
Y así estamos. Con un adolescente que está aprendiendo a gestionar sus emociones, sin demasiado éxito de momento, pero que sabe lo que está bien y lo que está mal, que le queremos y que haremos lo posible por guiarle por el buen camino.