5 de agosto de 2017

Un día... De parto III

Ni puta idea de qué hora es. No importa. Estás ahí, agarrada a los fulares del techo ( ya sabéis para qué coño eran) y un pie en el costado de la comadrona amenaza con atravesarla. Emites una especie de sonido gutural con cada contracción que quiere ser un grito, pero se queda en eso: en sonido gutural. Que es desagradable hasta para ti. No quieres ni pensar qué le va a parecer a tu marido. Tu marido, que está ahí acojonado, con cara de no haber roto nunca un plato.

La comadrona te anima: "Venga, Telma, venga, aprieta, Telma, vamosss". Está tan tranquila, ella, sin dudas de que el niño, al final, sale. Pero tú sí tienes dudas. Las tienes todas. Dios mío, se te olvida hasta lo que habéis venido a hacer. Lo único que quieres es que acabe pronto!

Y nace Manuel. Lo ponen sobre tu pecho. Es pequeño y escurridizo. Lila. Y le han puesto un gorrito. Todo se vuelve borroso. Sólo eres consciente de él. Tu bebé. Manuel.

Una lágrima enorme corre por tu mejilla. Y por la de su padre.

_ Queréis ver la placenta?

_ ...

Se puede ser más cortarrollos??

Hay un ratito en que os quedáis a solas. Manuel y tú. Le miras detenidamente. Tiene cinco dedos en cada mano. Larguísimos. Esas manos son tuyas. Y una boquita de piñón. (Esa tuya no es). Y su nariz, tan pequeñita y perfecta justo en medio de la cara.

Susurras:

_ Sé que no me entiendes mi amor. Pero soy mamá. Y siempre, siempre, siempre te voy a querer. Nada de lo que hagas o digas podrá cambiar eso. Voy a hacer lo posible por que seas feliz. Ya has hecho lo más difícil, y lo has hecho muy bien. A partir de ahora, ya me encargo yo.

Un dia... De parto II

Son las 8.45 de la mañana. Estás sentada en el comedor con tu madre. Tu padre y tu hijo camino al cole. Tu marido regateando (o como se llame). Estás lista. Duchada y con la bolsa preparada. No vamos a contar que acabas de prepararla, se supone que deberías haberlo hecho hace ya  un par de meses... Pero en fin, ya está.

_ Te duele?

_ No.

_ Notas algo?

_ No.

_ Nada?

_ Joder... No sé... De vez en cuando un cosquilleo... Cómo un apretoncillo...

_ De vez en cuando? Qué quiere decir de vez en cuando? Apretoncillo? Ay, Telma, vámonos al hospital...

_ Espeeera

Tu cabeza sigue a mil por hora. Eso no son contracciones, no pueden serlo, casi no duelen. Pero son demasiado a menudo. Qué dijo la comadrona? Hay que esperar a que duelan? O a que sean cada 10 minutos? Las dos cosas o la que ocurra primero? Eran cada 10 o cada 5? Es diferente con las primerizas. Tú no eres primeriza. Pero del primero hace 10 años. Eso vale? O con tanto tiempo se pone el contador de contracciones a cero? Madre mía, madre mía, madre mía. A lo mejor es que con el segundo las contracciones no duelen y estoy de parto y al final lo tengo en casa, o en el taxi, como en las películas. Joder, y el niño en el cole cuando debería estar poniendo agua a hervir y trayendo toallas por si acaso. Te preguntas para qué pondrán siempre agua a hervir? Valdrá con agua de botella? Será que la quieren caliente? Será que...

_ Vida, ya estoy en casa!

_ Hola amor! Vámonos al hospital que me estoy poniendo de los nervios...

Son las 10 de la mañana y estás con tu marido en una habitación bastante acogedora. Pequeña. Con lavabo. Y un aparato de música en el que suena un cd. Es música para parir. Flipa. Las letras hablan de llegar al mundo... Rollo espiritual. Te partes. Bromeas con tu marido sobre unos fulares que cuelgan del techo justo sobre la cama. Esto qué es?

Y ahí llegan ellas. Las contracciones reales. Las buenas. Las que duelen. Las que te parten por dentro. Las de verdad.

Y te retuerces y dejas de respirar y te cagas en su puta madre. Y te sientes taaan ridícula de haber dudado de si esta vez dolería. Recuerdas a la comadrona: "Hay que convertir el dolor en placer, es dolor que trae vida". Hi...ja...de...puuu...taa! A cuatro patas sobre la cama, tratando de respirar, a punto de romper la almohada en pedazos... Y de fondo: "tu hijooo naceraaaa siénteloooo..."

Un día... De parto





Son aproximadamente las cinco de la mañana cuando te despiertas sobresaltada. Coño! Crees que se te ha escapado el pis! En serio? Esto está pasando? Cómo? Ah calla... Que estás preñada... Uy...

Te levantas como puedes, a estas alturas es toda una proeza salir de la puta cama, y vas al lavabo. La comadrona dijo que el líquido amniótico huele a lejía. Esto a qué huele? Joder, esto no huele a nada. Y ahora qué?

Vuelves a la cama, la verdad es que tenías muchas ganas de parir pero de repente ya no te apetece tanto. Será una falsa alarma. Intentas no hacer caso a las voces de tu cabeza: "y si estás de parto? Quién lleva al niño al colegio? Avisas a alguien? Despiertas a tu marido? Les has dado de comer a los peces? Por qué te preguntas eso si no tienes peces?" Ahí ya no puedes más y te levantas.

_ Cariño, creo que he roto aguas. Pero no estoy segura. Era sólo un poquito. Pero que igual me he hecho pis. Que la verdad es que no me ha pasado nunca. Lo de hacerme pis, lo de romper aguas sí, con David. Pero ya no me acuerdo de si olía a lejía. Y si llamo a mi madre y luego no es? Qué hacemos? Dime? Tú cómo estás?

_ ...

_ A ver, mi vida, tú no te pongas nervioso que no pasa nada. Yo lo que no quiero es ir para que luego no sea. Pero también me da miedo parir aquí. No me duele nada, pero yo qué sé...

_ ...

_ Voy a llamar a mi madre que lleven al niño al colegio. Así una cosa menos de la que preocuparnos. Cariño ya estás despierto? Porque a mí me va a dar un ataque...

_ Esto lleva tiempo, no? Quiero decir... Me da tiempo a ir a acabar unas regatas?

_ Voy a llamar a mi madre.

Tu marido se va pitando a acabar las regatas y tú despiertas al niño. Necesitas una ducha. Camino al baño, en pleno comedor, ahora sí, sin lugar a dudas empiezas a romper aguas. Te quedas ahí bloqueada, mirando hacia abajo, con la certeza absoluta de que hoy vas a conocer a Manuel.  

Te saca del trance tu hijo: "Pero vete al lavaaaabo!!"

(Sigo?)
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