30 de mayo de 2014

Reflexión

He estado un tiempo alterada, perdida, rara, confusa. Ha habido muchos cambios en mi vida en poco tiempo y me ha costado asimilarlos.

El principal cambio, el fin de una relación de casi 5 años. Una relación extraña y destructiva, muy intensa, llena de altibajos, que no me dejaba ser yo. Una relación que me tenía abducida, no se me ocurre otra manera de llamarlo. 5 años en los que yo he sido la única culpable de la situación en la que me encontraba. Mi miedo, mi inseguridad y mi baja autoestima me sumieron en un estado de sumisión absoluta en el que dejé de ser yo para convertirme en un pelele. Sin criterio y sin personalidad. Así que no era feliz en absoluto. Pero no me veía capaz de ponerle fin. Dependía de mi pareja emocionalmente hasta el punto de no imaginarme la vida sin él.

Hasta que me dejó. Fue él quien me dio el empujón y reaccioné por fin. De repente, como si una venda cayera de mis ojos, me vi desde fuera y entendí que eso era lo mejor que podía pasar. Recordé que hace años yo era fuerte, y había tenido las riendas de mi vida. Y decidí que debía conseguir eso otra vez.

Así, se han sucedido una serie de cambios, de casa, de coche y de vida, en general. Además, la ruptura, como todas las rupturas, no ha sido nada fácil y mi hijo y yo hemos pasado por momentos muy duros que mejor no recordar.

Y aquí estamos. Mi hijo y yo hemos recuperado la paz. Nos entendemos muy bien, y ha vuelto la complicidad que un día perdimos por esa abducción que antes comentaba.

Y de repente y sin venir a cuento, sin estar preparada, aparece alguien en mi vida. Y siento que todo se pone patas arriba otra vez. Y no me fío de mí misma, ni de mis sentimientos. Y temo por mi hijo y por si vuelven a herirle y... Bufff

Pero él, desde el primer día me dice: estate tranquila, yo lo estoy, porque esto es para siempre. Y yo no me lo creo. Pero pasan los días, y él sigue ahí, con toda la paciencia del mundo y la misma seguridad. Y me hace reír, y siempre tiene un abrazo para mí. Y mi barriga parece estar en una montaña rusa constantemente. Y al fin decido que, no sé si será para siempre, ni idea, pero que yo no quiero perderme esto. Que nunca me habían mirado así. Y que, aunque esto acabara mañana, ahora ya sé que jamás me voy a conformar con menos.

Y de nuevo, como hace años,  me siento bien. Lo tengo todo menos dinero, pero es lo que menos me importa. Me siento yo. Me siento feliz. Y vuelvo a tener ilusión por la vida. Ya no me duermo llorando.

He compartido aquí buenos y malos ratos y sentía la necesidad de compartir también la paz que siento ahora. Vendrán malos ratos otra vez, seguro! Yo soy así de intensa jajaja pero ahora voy a disfrutar de la buena racha :)

1 de mayo de 2014

Mi perrita (editado)

Tengo que sacrificar a mi perra. Una yorkshire de 3 kilos, más lista que el hambre y con apenas 6 años.
Está muy enferma, tiene síndrome de cushing ( o como se llame) o, lo que es lo mismo, un tumor que la está matando. Se le ha caído casi todo el pelo, y el que le queda es blanco, su tripita es enorme, tanto que no puede con ella, y las patitas de atrás no le responden. Así, está llena de heridas por tener que arrastrarse. Por no hablar de que no controla sus esfínteres. Hasta hace unos días aún movía la colita cuando me veía, pero ahora ya no. Está triste. Aunque no se queja y agradece cualquier mimo. Se deja lavar y curar las heridas con esa carita de buena y ya no puedo verla así.
Habrá que ahorrar, porque hasta para que mi perra muera con dignidad y sin dolor hace falta ser rico, y yo no lo soy :(

No vuelvo a tener una mascota en mi vida. Lo juro. Ni siquiera un pez.
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Mi perrita ha muerto. Me han ayudado. No una protectora. Alguien que me quiere mucho. Alguien a quien adoro. Muchas gracias, te quiero!

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