28 de marzo de 2009

La maldición

Hoy era el día. Había estado toda la noche despierta, dando vueltas, levantándose a fumar mil veces. Ella no creía en eso, que va, ni de coña... Pero llevaba diez años con esa fecha en la cabeza. Hoy, 30 de junio de 2007 moriría. Aquella pitonisa no quiso decirle cómo. Y mira que insistió. Si no sabía cómo, de qué manera lo iba a evitar?? “Imposible evitarlo, es el destino” había dicho la tía. Bueno, en diez años se le habría olvidado, pensó. Pero no.

En estos diez años había pasado por tantas cosas. Tuvo momentos en los que pensó que mejor no hacer planes, no tener hijos, no casarse, realmente lo pensó. Hasta que se enamoró de él. Aún recuerda cómo llegó a reírse de ella aquella noche en que le habló de la maldición. Que eran chorradas, decía, que parecía tonta, que dejara de decir tonterías o se iba a enfadar. Jamás volvió a sacarle el tema. No se atrevió, claro. Y ahora, el día de su muerte (joder, qué mal sonaba eso) de repente se arrepentía de no haberlo vuelto a hablar. Quizás se hubieran despedido, o mejor, hubieran pasado este último día juntos.

No sabía qué hacer. El día antes ya se depiló. Qué tontería, pero no quería que la muerte la pillara sin depilar. Cómo ocurriría? Medía cada movimiento. Me tropezaré aquí? Será una caída tonta por las escaleras? En coche no va a ser, se dijo, me quedo en casa. Y comiendo? Podría atragantarme! Joder! No voy a poder ni comer mi último día? Bueno, qué mejor que el último día para hincharse a bombones... Qué iban a hacer? Matarla? Ese humor negro que tanto disgustaba a su marido se estaba apoderando de ella. Podría tirarme por la ventana, pensó, al fin y al cabo diría la última palabra jajaja O podría quedarme quieta, aquí sentada, en el centro de la sala, sin tocar nada. Al menos así se lo pondría difícil a la jodida parca. Que piense, que para eso cobra! Jajaja Cómo lo hará? No se lo pensaba poner fácil, vamos, ella ahí, en medio del salón, quietecita, no pensaba moverse para nada, en todo el día, no señor.

Habían pasado horas, pero ni el hambre, ni curiosamente las ganas de hacer pis habían hecho mella en su decisión de no moverse. Increíble. Realmente se sentía con fuerzas de quedarse ahí quieta hasta que acabara el día. El problema sería cuando llegara él. Qué le diría? Buf, no lo iba a entender. Pero, qué coño? Ella tenía derecho a quedarse ahí quieta, sin dar explicaciones a nadie, faltaría más! Qué podía pasar? Pensó, que la dejara? Siempre sería mejor que la muerte. Ups! La puerta, ya estaba él ahí, vaya, si antes lo pensaba... Cerró los ojos para pensar más rápido (absurdo, pero lo hizo), necesitaba una excusa convincente. .. Había pasado de largo? Y eso? Su marido pasó por su lado sin inmutarse, se quitó los zapatos a su lado, y se decidió a subir a la habitación. Ella no daba crédito, bueno mejor, pensó. Yo a lo mío. De repente, oyó a su marido gritar desesperado en el piso de arriba. Qué había pasado? No sabía si debía subir o no...

Marcos no lo podía creer. Su mujer estaba allí tendida, sobre la cama, fría como un témpano, los labios morados. Jamás supieron cómo murió. Se cabreó cuando alguien le insinuó :parece cosa de brujería, una maldición tal vez?






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