30 de agosto de 2014

Delirando...

Qué hora será? No tienes ni idea, pero hoy el cuerpo te pesa más de lo normal. Por no poder, no puedes ni abrir los ojos. Y por cierto, tampoco puedes respirar por la nariz! Joder! Al darte cuenta de que llevas un rato respirando por la boca, te haces consciente de lo seca que está. La cierras, se llena de saliva y, al tragarla... Dios! Es como si tragaras cristales!

Él está a tu lado, respirando tranquilo. Duerme. Y a ti te encantaría dormir, tienes más sueño del que has tenido nunca! Si en ese momento, el mismo diablo te hubiera ofrecido el descanso eterno, tú lo hubieras tomado, sin dudarlo. Pero eso no ocurre. En cambio, ahí estás, en la cama, sin poder respirar, sin poder tragar saliva... Deseando morir y preguntándote si ayer bebiste tanto e intentando discernir si mereces estar así de mal.

No tienes ni idea de si ayer bebiste mucho, puede que sí. No sabes ni si tienes hambre. Pero llevas lo que te parece un montón de rato pensando en diferentes maneras de cocinar el pollo. Por tu cabeza pasa pollo tanduri, burritos de pollo, coronation chiken, croquetas de pollo... Ay madre, se te ha ido la cabeza? Estás casi segura de que ahora mismo no quieres pollo... No puedes ni tragar saliva!!

Y das vueltas en la cama. Y te duele cada músculo del cuerpo. Todos y cada uno. Hasta los que no sabes ni cómo se llaman. Y la garganta, eso es lo peor...

Ahora, lo que te faltaba. Estamos a 30 de agosto. Pero tú, en ese momento, tienes frío. Pero no fresquito de ese que mola por la noche, que dices: mmm qué airecito más rico... No. Frío del que se te mete en los huesos, sobre todo en la espalda. Frío del que te pone la piel de gallina. Frío del que consigue que te acurruques en posición fetal, debajo de la sábana, temblando. Qué coño pasa? Te vas a morir?

_ Tengo frío, amor. ( Ni siquiera sabes por qué lo dices en voz alta, quizás para comprobar que aún estás viva).

Y él, como tocado por el don de la clarividencia, o de la coherencia, llámalo cómo quieras, sin siquiera abrir los ojos, te dice:

_ Tienes fiebre.

Aaaacabáramos!! Eso no te lo podrían haber dicho antes?? Todo cuadra. Pero tú no lo veías. No te culpas, al fin y al cabo estás malita. 

Y hoy qué día es? Sábado? En serio? Te toca ir a fregar platos... Si hubieras quedado para cenar, irías? Seguro! Pues, hala, a fregar!

Y eso has hecho, ir a fregar. Ha sido horrible, pero te sientes orgullosa de haber cumplido. Por otro lado, te das cuenta de lo tonta que eres, porque al llegar a casa, en lugar de acostarte, te pones a escribir...

4 comentarios:

  1. Buffff!!!!!!!!!!!! Terrible tener que ir a trabajar sintiéndote mal. Se hace, y te ayuda a valorar y a no quejarte cuando trabajas con tu cuerpo en condiciones normales.
    Cuidate anda, a quien se le ocurre ponerse griposa en agosto...

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  2. Bueno, si hay que ir a trabajar por necesidad, pasa; ¿pero por el compromiso? Primero está la salud, ¿no?
    Que te mejores, Telma.

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    Respuestas
    1. Pues no lo sé. El sábado fui a fregar platos y hoy no me he visto capaz de ir a la oficina...Es difícil de explicar... La conclusión es que me puede más el compromiso...

      Gracias, Silvia!

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