6 de noviembre de 2014

Aprendiendo

Hoy he visto un vídeo que me ha emocionado. En la asignatura de Apoyo psicológico al paciente, nos proponían un vídeo sobre la vejez. Se trataba de diferentes ancianos contando su experiencia en una residencia.

He llorado lo que no está escrito, como una tonta. Y no penséis que de pena. He llorado de emoción. Eran ancianos dignos de admiración y me ha encantado escucharles.

Había uno, Esteban, que había ingresado en la residencia hacía un par de años. Él estaba perfectamente, pese a sus ochentaytantos, pero cuando ingresaron a su mujer por pérdidas de memoria, decidió que no podía vivir sin ella. Esteban contaba que él se había casado por amor y que, después de 64 años con su mujer, sin haber discutido ni un solo día, decía, no concebía separarse de ella. La mujer de Esteban murió al año de entrar en la residencia.

Pilar, una mujer de más de ochenta años, la mar de elegante, contaba que ella no se había casado nunca porque los hombres habían sido unos cobardes. Ella, que había pasado su adolescencia en Francia, volvió con la idea de convertirse en una mujer autónoma e independiente. Y lo consiguió. Se hizo modista y vivió muy bien gracias a su trabajo. Decía en el vídeo que en la residencia veía caras muy tristes, sobre todo en los días de fiesta, al no recibir visitas. Según ella, se ahorraba esos malos ratos porque ella no tenía a nadie. Es para llorar o no?

Y María, una señora que también estaba bastante bien, pero al ver que el ánimo de su marido que entró primero a la residencia, decaía, decidió entrar con él. Contaba, María, lo bien que estaban los dos desde que habían vuelto a juntarse.

Este vídeo me ha hecho considerar un ámbito del auxiliar de enfermería en el que no había reparado nunca antes, la geriatría. Decía la directora de una residencia de ancianos que allí los ancianos iban a vivir, no a morir. Y es una frase que me ha encantado. Quizás me plantee hacer las prácticas en una residencia... Es una idea que voy a madurar.

8 comentarios:

  1. Son geniales. A mí siempre me ha interesado ese mundo, más que el de los niños fíjate, creo que es una etapa de la vida de la que vale la pena preocuparse y hacerla digna y amable. Ahora por las tardes voy precisamente a "cuidar" a un señor de 92 años, entrecomillo porque se vale perfectamente, le hago la faena los martes mañana, y el resto de tardes compañía, para que no esté tan solo. No te puedes ni imaginar que conversaciones, y lo que aprendo.
    Besos

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    1. A mí los niños no me gustan, en eso nos parecemos jajaja

      Estoy segura de que se puede aprender un montón de la gente mayor, me lo estoy planteando en serio. Sólo espero no ser demasiado aprensiva...

      Un abrazo

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  2. La geriatría es un mundo lleno de riquezas, se aprende a ser en lugar de a tener. Los viejitos dan cariño y regalan sabiduría.Hay un libro (posiblemente alguno más) de un ex alumno que visita a su viejo profesor todas las semanas. Un abrazo

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  3. Cómo no llorar... -bueno, yo lloro por todo, pero en este caso sí ameritaría-. Hablar con personas con muchos años es genial, a mí me han aportado mucho. Sin embargo, mi experiencia haciendo prácticas en un asilo -ellos decían que no eran asilo, pero sí eran-, fue muy triste. No que yo la pasara mal; aprendí mucho; pero sí era muy triste lo que veía, sobre todo el trato poco respetuoso que recibían, algo muy cultural que sería muy difícil hacerle ver al personal.

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    1. Mi miedo es que me superen los sentimientos. Cuando trabajé con infancia en riesgo social no pude soportarlo. Creo que en estos casos hay que ser fuerte y poner una barrera y a mí no se me da bien :) Pero lo voy a intentar porque realmente es un ámbito que me llama la atención.

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  4. Trabajar ayudando a los demás es lo más gratificante que existe. Ahora bien, hay que valer para ello, porque en ocasiones, la situación te superará emocionalmente... y no todo el mundo es capaz de soportarlo sin que le afecte.
    Besos.

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    1. Exacto! Ese es mi miedo. Fueron años de voluntariado llevándome los problemas a casa.

      Besos!

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