_ "Mama, yo salgo en tu blog?"
_ "Claro!"
_ "Y cuentas historias mías?"
_ "Sí"
_ "Y has contado aquella del bicho en la playa?"
_ "No, vida, esa no..."
_ "Pues yo creo que deberías contarla"
_ "Lo haré".
Mi hijo y yo vivíamos al lado de la playa. A dos calles. Todo un lujo, eh? Y cada tarde bajábamos un ratito a jugar en un parque infantil que hay en la misma arena. Estoy hablando de cuando mi hijo tenía un par de añitos, no más. Y para él, jugar era simplemente estar ahí, retozar en la arena y darle en la cabeza con la pala a otro niño de vez en cuando.
Una de esas tardes, estando yo sentada mientras mi hijo correteaba, veo a un grupito de niños, de 6 o 7 años, emocionados perdidos, detrás de un bicho. Esta escena puede no parecer rara, al menos no especialmente, puesto que a los niños siempre les han encantado los bichos. Pero es que yo no hablo de un bicho cualquiera. Qué va! Hablo de la madre de todos los bichos. El bicho más asqueroso y gordo del planeta tierra. Tengo incluso dudas de que no fuera extraterrestre. Yo creo que una libélula ve a ese bicho en su plato y se levanta de la mesa!
Era una especie de cosa voladora verde y gorda. Tan gorda que al volar no levantaba un palmo del suelo, de lo que le pesaba el culo al puto bicho. Y hacía un ruido en plan abejorro asqueroso... A estas alturas, si conocéis mi fobia a los bichos, podéis imaginar en qué situación me encontraba. Estaba total y absolutamente acojonada!! Con sudores fríos y todo, os lo juro.
Tal era mi pánico que ya ni estaba pendiente de mi hijo. No podía dejar de vigilar al bicho verde. Éste, perseguido por el grupito de niños (aunque yo no sé si el bicho era consciente de eso) iba dando saltitos por la arena. Zzzzzzzzzz... Zzzzzzzzzzzzz... Zzzzzzzzzzzzz... Zzzzzzzzzzzzz...
En una de estas, el bicho posado en la arena y sus adeptos haciendo un círculo a su alrededor, espectantes... Yo, con el corazón a mil por hora... Y el bicho no se movía. Nadie se movía. Hasta que mi hijo, no sé lo que le pasaría por la cabeza, sólo dios lo sabe, en el caso de existir (y en ese caso, me debe una explicación), se lanzo en plancha, boca abajo, justo encima del bicho.
Mira... Casi me muero!! Me levanté de un bote y yo creo que agarré a mi hijo y lo puse de pie antes de que tocara el suelo! Y bueno, el suelo no sé si lo tocó, pero el bicho estaba posado en su pecho, cual broche verde.
Describo la escena. Mi hijo de pie, con el bicho verde en el pecho y con carita de: "A esto cómo se juega, que no me he enterado?". Los adeptos, alrededor de él con cara de asombro por su valentía. Y yo: "QUE ALGUIEN SE LO QUITE, POR DIOS!! QUE ALGUIEN SE LO QUITEEE!!".
Al final, una señora que no sé de dónde salió, yo creo que era un ángel, se acercó tranquilamente, le dio un manotazo al bicho y me dijo: "Yo creo que no es para tanto, no?". Me acerqué a mi hijo y le abracé como si acabaran de rescatarle de entre las llamas. Llorando los dos, de alivio, de vergüenza, por empatía... Cada uno por lo suyo.
Le di las gracias a la señora, muy digna yo, y nos fuimos a casa. Jamás volví a ver al bicho verde. Yo creo que entendió que no era bien recibido y se volvió a su planeta. O murió del susto, que también puede ser.
Jajaja, que buena historia Telma, y que horror!!!! jajaja
ResponderEliminarCreo que (lo digo en voz bajita para que no me tomen por loca) creo que están mutando. La otra noche, yo estaba ya en la cama y empiezo a oir un estruendo, golpes, gritos...me acojoné pensando que había entrado alguien...y sí...el coriano estaba a zapatillazos con...no tiene nombre, yo no sé lo que era, sólo sé que era muy negro, muy gordo, pero mucho, más de lo que puedes imaginar en un bicho, con unas alas enormes, el coriano al principio pensó que era un murciélago, pero que va, aquello tenía un caparazón duro...en fin...el coriano acojonado, le tiraba la zapatilla y salía corriendo jaja, creo que le llegó a dar cinco o seis golpes y nada, como si tal cosa, al final hubo suerte y en zapatillazo lo lanzó fuera por la ventana, pero juro que tuvimos pesadillas
Ay madre! Ya están aquí...
EliminarOs leo a las dos y he ido a cerrar las ventanas. La historia de la playa es para no olvidarla, (por un momento pensé que se trataría de algún bicho de juguete) y no entiendo la frialdad de la señora que no se asustó. Dila al peque que ya nos lo has contado y que nos hemos asustado. Abrazos
ResponderEliminarEsa señora era un poco estúpida, pero nos salvó la vida y siempre la recordaré :)
EliminarBesos!!
:D :D ¡Qué risa! Me encanta cuando leo y río con ruido. Usualmente, sonrío; a veces, hay una risita, pero practicamente no se oye. Y aquí me tienes después de una buena risa sonora, que se ha seguido de largo con el bicho de casa de Inma.
ResponderEliminar¡Pobre niño con la madre detrás! Las madres supongo que deben quedarse a una distancia prudente, para no ver todas las veces que sus hijos están en peligro de ser abducidos o infestados por extraterrestres verdes :D ;D
Qué lindo tu hijo proponiéndote contar la historia. ¿Él lee tu blog alguna vez? Ahora que es un niño mayor, ¿no averigua qué clase de cosas dices de él?
Me encanta que te hayas reído :)
EliminarMi hijo sabe que tengo un blog y alguna vez, si me ve escribiendo, se interesa. Pero lo que ha leído se lo he mostrado yo.
Cuando dices "qué clase de cosas dices de él" suena fatal... O_o
¡Ay, no! No lo leas con tono de que suene fatal :O
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