7 de julio de 2014

Bingo!

Ayer, fui al bingo por primera vez en mi vida. Flipé.

Para empezar, tuve que luchar conmigo misma y con la idea preconcebida de que ir al bingo es literalemente: tirar el dinero. En serio, me sentí fatal en varios momentos, en qué sentía que estaba gastando sin sentido y la culpabilidad me invadía. Y luego, el miedo. Sí, sí. El miedo a encontrarle el gustillo. Porque yo me conozco, y soy muy crápula. Y sabía que lo mejor que podía pasarme era no cantar ni una sola línea e irme a casa decepcionada y sin ganas de volver jamás. Pero no.

Una de las cosas que llamó mi atención, es que la idea que tenía yo de estos sitios, era de que la gente iba a pasarlo bien. Que estaría lleno de grupos o parejas y de caras sonrientes. Nada más lejos de la realidad. La gente lo que está es... Concentrada. Sí, esa sería la palabra. La gente está seria y concentrada. Y sí que hay algún grupo, pero no hablan casi, claro, sólo miran los cartones. Y gente sola. Sobre todo gente mayor. No veas la decepción al entrar y ver el panorama.

También me sorprendió la de rituales extraños que vi. Por ejemplo, golpear el cartón contra la mesa varias veces seguidas o cambiarse de sitio varias veces entre cartón y cartón. A nuestro lado, había una mujer mayor, sola, que no cantó ni una mísera línea en toda la tarde. En cuanto se fue, que imagino que fue en cuanto se quedó sin pasta, hubo un señor que se avalanzó rápidamente para sentarse en el lugar en que ella estaba. Y al ver que yo le miraba, me dice: es que llevo una mala racha... Todo compungido. Me sentí fatal por haber conseguido que se sintiera obligado a darme explicaciones, que, por otro lado, me encantaron; pretendía acabar con la mala racha sentándose en la silla donde había estado esa señora? Por qué? Pero si a ella le había ido fatal? Sería precisamente por eso? El caso es que no le funcionó.

Otra cosa con la que flipé: Los viejos verdes siguen siendo viejos verdes hasta en el bingo. Y si tienen que pasar de los cartones para mirar babeando, pasan. Quizás pueden hacer las dos cosas a la vez, comprovar los cartones y babear, pero vaya, no acabo de creérmelo.

Y lo barato que está todo en el bingo? Yo pensaba que tomar algo ahí o cenar sería carísimo. Y, qué va! Al contrario. Claro, el tema es que no dejes de jugar sólo porque te entra hambre.

Nosotros cantamos dos líneas y un bingo. Toma! Que cuánto ganamos? Pues nada. Por qué? Porque queríamos más. Pero fue una tarde interesante, me reí un montón. Aunque no creo que vuelva en mucho tiempo... O sí? :)

8 comentarios:

  1. ¡Suena muy divertido! Creo que no hay nada así, establecido, por aquí. Se juega a la lotería en las kermesses, pero no hay locales para eso, que yo sepa.
    ¡Feliz semana!

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  2. Uffff! No me gusta jugar a nada, ni a juegos de mesa ni a nada, me aburro mucho. Ya sabes...raruna.
    Fui una vez al bingo, me aburría tanto que terminé pasando mis cartones a los demás para que los miraran, que cosa más tonta. Y que haya gente que se engancha...al menos esa adicción desde luego nunca la cogería, me libro de algo.
    Besitos

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    1. Atención a la frase: " no me gusta jugar a nada" jajajajaj desde luego...

      Yo no creo que me viciara a jugar al bingo porq soy pobre... Que si no...

      Besos!
      Aún me tienes loca con lo de los pantalones a la cintura :D

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    2. Jajaja, lo sé, te desquicié. No...si al final la rara seré yo jaja

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  3. Puede ser divertido, claro. Siempre que no te enfermes... El juego cuando no se puede controlar, enferma, es adictivo como cualquier droga.
    ¿Alguien se ocupará de limpiar los cartones babeados por los viejos verdes? Jajaja!
    Beso Bridget :p

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    1. Sí, con el juego hay que ir con cuidado, estoy de acuerdo en que es peligroso.
      Un beso, Dan :)

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  4. Joder qué lista eres! De haberlo sabido...

    Sí, un poco deprimente sí es

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