27 de enero de 2010
Un día... en paro (cuarto round)
De nuevo en casa. Y ahora, muerta de hambre. Pues esto te va a salir caro. Teniendo en cuenta que en total habrás quemado unas... 63 calorías, no te compensa salir con tanta hambre. Pero tú almuerzas, qué coño, sino te lo has ganado tú, quién? Y tiendes la lavadora. No sin antes recoger la que tendiste ayer. Que, cómo no, está húmeda. Así que empiezas a desperdigar la ropa por los respaldos de las sillas de tu comedor. Te preguntas si todas las casas de las mamás del cole de tu hijo estarán como la tuya. Esas mamás que llegan al cole divinas, que han tenido tiempo de sobras para reconstruir su cara con brocha y rodillo cada mañana... No. Definitivamente, dudas de que sus casas parezcan un mercadillo persa como la tuya. Pero te encoges de hombros, en realidad qué más da. Además, lo tuyo es temporal. Sólo es cuestión de tiempo que encuentres un trabajo y te hagas rica vendiendo escobas por las casas. Y contratarás a alguien para limpiar tu casa. Aunque, pensándolo bien, no crees que vaya a hacer falta, porque todo el día currando no vas ni a pisarla. Y te sientas en el sofá con el portátil e intentas recordar qué hacías tú antes tanto tiempo en internet. Porque a ti te encantaba internet, te pasabas horas. Sin tenerlas, porque ibas de culo por el puto ordenador. Y ahora, con todo el tiempo del mundo, te parece un trasto inútil. Y acabas jugando al solitario. Ya ves. Y perdiendo, que es peor. Apagas el ordenador y decides que será más interesante echarte un ratito imaginando qué bonito sería si esto o si aquello... Y te suena la alarma, que la has puesto porque te conoces, y te pones en marcha otra vez. Tu hombrecito sale del cole en media hora. Cuarto round.
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