6 de febrero de 2013

¿Y la peca de tu pie?




Una vez, hace ya años, una compañera de piso y de cuarto me confesaba que, de pequeña, creía que todo el mundo tenía una peca en el pie, igual que ella. Yo quise demostrarle la misma confianza y confesé, que lo que yo creía que tenía todo el mundo, eran dos hoyuelos en la parte baja de la espalda. Las dos nos reímos recordando el momento en qué nos dimos cuenta de que no era así. Hace poco, pensaba en ello, no sé por qué y estas son las conclusiones a las que llegué:

Y es que somos todos tan iguales, tan normales y tan patéticos! Aquí la voz en of preguntaría: y patéticos por qué? Pues por no querer creer lo normales e iguales que somos.

A lo largo de la vida, pasamos por diferentes fases. Y como siempre, se trata de acabar en el mismo sitio en el que empezamos. Si todo va bien, de niños creemos que todos somos iguales y, ya de viejos, morimos convencidos de lo mismo. Pero sí, he dicho: si todo va bien. Siempre hay escepciones.

Primera fase: la niñez.
De pequeños estamos convencidos de que si tenemos... Por ejemplo... Una peca en el pie derecho; todo el mundo tiene una peca en el pie derecho. No nos cabe ninguna duda de que así es. Vemos otros pies, obviamente, no somos ciegos. Pero no nos fijamos, somos niños y damos por sentadas nuestras "verdades" sin necesidad de comprobarlas. Hasta que, sin dejar de ser niños, entramos en la fase del ¿por qué? Y ahí sí sentimos la necesidad de comprobarlo todo. Y vemos otro pie y no tiene peca y preguntamos:
_ ¿Y la peca de tu pie?
_¿Qué peca?
_ La de tu pie!
_ No tengo
_ ¿¿Por qué??

Y nos volvemos locos mirando todos y cada uno de los pies. Y nos tranquiliza cada pie con peca que encontramos. No estamos solos! Y así, llegamos a la

Segunda fase: la adolescencia.

Aquí estamos convencidos de que los normales somos los de la peca en el pie. Y sólo nos relacionamos entre nosotros. Además, nos vestimos todos igual, vestimos igual, pensamos igual. La peca en el pie nos define, nos une!! Y así, vamos tirando en esta época tan dura como es la adolescencia, sintiéndonos parte de algo. Hasta que, sin saber cómo, ni por qué, acabamos reaccionando. Quizás nos hemos sentido rechazados por otra peca en el pie y eso nos ha hecho  abrir los ojos. Quizás, sea el hecho de que nuestras responsabilidades aumentan y el hecho de tener o no una peca en el pie nos ayuda bien poco. El caso es que empezamos a sentirnos diferentes, especiales, únicos. Sentimos que "maduramos", ya no necesitamos al grupo y pasamos a la

tercera fase: la juventud.

Somos únicos. De hecho, nuestra peca es tan distinta a las demás! Somos raros, diferentes. Sí, sí, nosotros no somos como la gran mayoría. Qué asco, la mayoría. No saben lo que quieren. Nadie ha sentido lo mismo que nosotros. Y vamos madurando, creyendo que no vamos a caer en lo mismo que todo el mundo, que nuestra vida va a ser distinta. Así, hasta que, mirando atrás, vemos que nuestra vida es igual de normal y de patética que la del resto del mundo. Estamos adentrándonos en la

cuarta fase: la madurez

Todo el mundo tiene pecas. En la cara, en el culo, en el pie. Somos tan auténticos y especiales como el resto del mundo mundial. Ni más ni menos. Y lo mejor: nos hace felices serlo y saberlo.

Como he dicho antes, esto es así si todo va bien. También puede ser que te quedes estancado de por vida en cualquiera de las fases. Véase síndromes de Petter Pan o cuarentaañeros rockeros o cincuentonas hippies, etc, etc, etc.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Estás de acuerdo? empezaba a pensar o que no se entendía nada de lo que decía en la entrada o que nadie estaba de acuerdo en lo más mínimo. Gracias!

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  2. Yo creía que todos tenían callos en los dedos de los pies (no sabía que eran "callos").

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