Es tarde, habéis salido a cenar algo y estáis en casa con unos amigos. Así que tu hijo pequeño, que en condiciones normales ya debería estar durmiendo, está jugando en la alfombra tan campante.
Hasta que decide ponerse a lloriquear. Tú crees que lo que tiene es sueño, así que no le das más importancia. Pues vale, ahora vamos. Hijo, por un día.
Pero él sigue con el lloriqueo. Insistente. Y tú le arrullas. Bueeeno, ahora nos vamos a la camita. Más lloriqueo.
Tus amigos, oye que nos vamos, pobrecito, así descansa. Y tú, sí, mejor, si está muerto de sueño.
Tus amigos que se van y tu hijo que llora más fuerte. En serio? Cariño, que me lo llevo a la cama. Y sigue llorando. Cada vez más.
Y que no para. Y que le pones el chupete, y que se lo quita, y que no llores mi vida, y que qué te pasa? Y que venga amor, que está aquí mamá. Pero él no para.
Y enciendes la luz y ves sangre. Esto qué es? Esto de dónde sale? Y tu hijo venga a llorar. Dios mío, le sale sangre y no sé de dónde coño?! Y llamas a tu marido, le sale sangre! De dónde? No sé. Y venga a llorar como si le fuera la vida. Y tú venga a darle vueltas al crío a ver si os enteráis de por qué llora.
En la oreja tiene una heridita. Tú crees? Yo qué sé! Pero, por qué llora tanto? A este crío le duele algo. Joder, habrá que llevarle a urgencias. Madre mía, le pones un supositorio de paracetamol. Y él sigue llorando y se retuerce y tu miras a tu marido con impotencia. Como sin perdonarle que no saque una puta varita mágica que consiga que el niño deje de llorar.
Y una varita no, pero, le damos agua? Prueba. Y el crío suelta el chupete y empieza a beber como los peces en el río. Y tu marido y tú sin dar crédito, mirando al niño con la boca abierta. Pero por qué coño no habla todavía!! Media hora llorando y era sed?? Sed??!!
A tu hijo después de beber se le han pasado todos los males. Y tú ya te ibas a urgencias. Y ahí te entran ganas de llorar a ti. Y, qué coño, lloras. Porque no veas el crío el susto que os ha dado. Casi una hora llorando, el cabrón.
Ahora a la cama. Que vaya telita. Esperas que se duerma a la primera, porque llorar cansa. Y oír llorar, agota. Y sí, sí. En cuanto toca la cama, cierra los ojitos... Y APRIETA!!
Eso es: aprieta!! Y vaya si aprieta!! A que no era sed lo que tenía el bicho?! Ahí lo tienes. Dormido como un angelito. Pero cagado hasta las cejas!!
Así que no te queda otra que cambiarlo. Total, sólo son las 2 de la mañana. Sólo esperas que, por su padre, no se ponga a llorar otra vez. Y no. Todo va bien.
Con su cabeza en tu hombro, te das cuenta de cuántas veces te esperan de no saber cómo ayudarle. De cuánta impotencia te falta por sentir aún. De que esto sólo es el principio. Y, sin saber muy bien por qué, lo tuyo es pa' encerrarte, lo sabes, pero te invade un amor infinito por tus hijos y la necesidad de plasmarlo por si se te llegara a olvidar alguna vez.
Pues sí. Impotencia y un amor infinito :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo.
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