21 de noviembre de 2016

Mi bebé

Mi bebé es tan suave como... La verdad es que no se me ocurre nada que sea tan suave como él. Y huele tan bien!

No me canso de mimarlo. Es tan pequeñito y feo. Me encanta cuando hace pucheros y se pone colorado. Y cuando duerme. Cuando duerme, sus ojitos son como dos medias lunas. Y frunce esa boquita de piñón que tiene y me lo comería.

Al despertar, suele cabrearse unos segundos. Y ahí lo ves, despeinado, apretando los puños y mandándote a la mierda en su idioma. Y siento un amor tan grande!

Tiene muchos gases. Siempre precedidos de un gemido. Gemido, pedo. Gemido, pedo. A veces, hasta llora. Bien fuerte. Y luego un pedo. Y a mí se me cae la baba.

A veces tose. Y a mí me da risa.

Y a veces llora como si no hubiera un mañana. Y parece como si fuera a quedarse sin respiración. Entonces le abrazo bien fuerte y le digo que le quiero tanto. Y que siempre le voy a querer. Que llore si lo necesita, que no me asusto. Que no me canso. Que es mi tesoro. Y no llora para siempre, al final se duerme. Entonces respiro.

Duerme conmigo. Agarra mi mano fuerte con sus dos manitas y se pelea un rato con su chupete. Chup chup chup...

Mi hijo mayor le besa mil veces al día. "Qué suave es, mama", "yo creo que tiene hambre", "qué gracioso es".

Tengo mucho sueño. Y soy muy feliz.
 

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